La
defección de la militancia y el renunciamiento a la causa
El
siguiente documento conforma la segunda
parte de los artículos abordados en relación a las problemáticas actuales para
el desarrollo de nuestra actividad política frente al avance de las formas de discurso y acción política
sujetas a la lógica comercial y
publicitaria.
A continuación analizaremos el
impacto de estas mismas formas de proyección de la política en el campo
militante.
La modernidad ha traído consigo dos
fuertes procesos de cambio en la cosmovisión de las sociedades occidentales. El
primero se tradujo en la deslegitimación
de la política como actividad. El segundo, y consecuente del anterior, supuso
la disociación entre la vida civil y la vida militante.
A fin de abordar estos fenómenos, es
posible trazar ciertos paralelismos entre las transformaciones acaecidas hacia fin de la Edad Media en lo que
refiere a la fundamentación de la guerra y los caballeros, y el declive de la
actividad militante tal como fue concebida al interior del Movimiento
Peronista.
Así como en la Edad Media la figura
del caballero fue desvaneciéndose y mutando hacia la del mercenario, al desintegrarse la estructura que sostenía la
fundamentación de su existencia- la fe en Dios y la protección de su tierra, su Patria-
en nuestros días la defección del militante peronista puede explicarse a partir
de esa misma lógica. Muchos de los
militantes peronistas, despojados de una doctrina nacional, fueron convertidos
en mercenarios que solo solicitan a fin de cada campaña su pago
o parte del botín.
En ambos casos la actividad inicial
fue desvirtuada a favor de la acumulación económica y el afán de privilegios,
para lo cual la campaña es solo un medio y no un fin en sí misma.
La causa evidente de este proceso de
defección puede rastrearse en el desacople mismo de la matriz militante de la
idea de lucha, vocación y servicio, asociada en nuestros días a la
consolidación personal en un escalafón administrativo del Estado y a la búsqueda particular de un beneficio
financiero.
Ante este estado de cosas, es
preciso indagar sobre el fundamento, aquel principio rector y fundante de la
doctrina peronista que sus muchos
dirigentes han dejado de portar, de la misma manera que la política en sí ha
dejado de concebirse en su esencia, como un campo de delimitación del amigo y
del enemigo. La política entendida como mera lucha por los recursos es negada
en su naturaleza misma de enfrentamiento incruento y vaciada de todo contenido
doctrinario axiológico.
Recuperar el verdadero sentido de la
política y la militancia exige entonces volver a organizar la comunidad,
volviendo orgánicas las necesidades inorgánicas manifestadas en el seno del
Pueblo, y a la vez instalar el
movimiento a partir del testimonio libre, comprometido y responsable de un
nuevo espíritu militante.
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