Se educa en todo tiempo y lugar, mucho es lo que tenemos que aprender. La educación nos enseña a adquirir conocimientos por nosotros mismos, a reverenciar el saber como un camino de vida en sí mismo. Cuando afirmamos que el ejemplo es el gran educador no hacemos otra cosa que enunciar lo que todos reconocemos como una realidad insoslayable.
Nuestros niños y jóvenes incorporan a sus conductas los ejemplos particulares de su familia, de su entorno y de la sociedad que los circunda ¿Cuál es el ejemplo que hoy enviamos a las nuevas generaciones? Los docentes de escuelas públicas no comenzaron las clases, educadores y gobierno no supieron encontrar una solución a un viejísimo conflicto. Existen dos realidades que parecen enfrentadas: 1- Sin duda, los docentes deben poseer un sueldo digno. 2- La esencia del educador no pude plantear en democracia un paro por tiempo indeterminado, ya que esto significa ostentar una posición irreductible y una indiferencia por el ejercicio más sagrado que existe que es el enseñar.
El enemigo de cualquier negociación es la obstinación. Estamos dando un definido y concreto salto al vacío con estos ejemplos que nuestros jóvenes están absorbiendo estos días.
Insultos y ladrillazos a funcionarios en el marco de reuniones conciliatorias; un sindicalismo que amenaza, si se descuentan los días NO trabajados en el marco de un paro que parece extenderse al infinito, con “ir a buscar a los gobernantes a cualquier lugar de la provincia”. La justicia ordena que las paritarias docentes continúen abiertas mientras los docentes vuelven a las aulas ¿Se concretará? Pensando en los ejemplos que brindamos: se vuelve a clases porque la justicia lo ordenó, no es el mejor ejemplo. Pero podría ser peor: ¿y si no obedecen, continuando el paro, le enseñaríamos a chicos y jóvenes a desafiar y desoír a la mismísima justicia?
Los educadores deben ganar mucho más de lo que ganan, todos estamos de acuerdo. Pero deben continuar su lucha brindando AMOR a su motivo de ser: el educar.
No se dejan tornillos sin tornear, ni churros sin freír, pero se deja a la deriva a millones de niños que necesitan de ese aroma cálido de aulas llenas, de sueños fraternales, de esa vocación por el saber que nos forjará, DIOS mediante, en una gran Nación. Eso siempre y cuando cada uno de nosotros ejerza con honestidad y dedicación el rol social para el cual nos capacitamos.
Máximo Luppino
Fuente: www.smnoticias.com por German Marcucci
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