Cuando la economía de una Nación atraviesa momentos difíciles, evidenciando una inquietante inflación que deriva indefectiblemente en una dolorosa disminución del poder adquisitivo de la familia, el mundo sindical aparece en el centro de la escena social.
“Disminución del poder adquisitivo”, es un concepto frio y desalmado, traducido en términos de calle, corazón y bolsillo significa que se reduce la ropa, la recreación, la calidad y cantidad de alimentos que se ofrecen en la mesa del trabajador, todo se ajusta y reduce. Inflación es mucho más trabajo para obtener mucho menos para brindarles a nuestros hijos.
Los sindicatos entran en acción de manera directa, desde las fábricas, comercios, oficinas, colectivos y de todo ámbito laboral se elevan las quejas y reclamos. La busca de soluciones es imperiosa. Pero en el seno de los sindicatos se asoma una vieja compulsa que se encuentra teñida por viejas pujas políticas, en definitiva, pujas de poder.
En su inmensa mayoría, los sindicatos están gobernados por hombres de peronismo, sumamente dialoguistas y reformistas. Desde siempre la izquierda soñó con manejar los resortes laborales sindicalizados, diferencias que muchas ocasiones a tomado aristas violentas. Algunas fuerzas de izquierda abrevan en el nefasto concepto de: “Cuando peor, mejor”, guardan en sus oscuras imágenes una batería de acciones que están más asociadas a la violencia social que a la solución de los problemas en cuestión; esto bien lo saben los empresarios y los gobiernos de turno.
La filosofía política de estas fuerzas habla por sí misma, unos pregonan el enfrentamiento de clase sociales; en cambio, el justicialismo profesa la integración de las clases, esto es, el universitario, empresario o comerciante que provienen de familias de obreros, de simple laburantes que bajo el irrenunciable dogma del trabajo, esfuerzo y ahorro elevaron su condición intelectual y material, esto es PERONISMO APLICADO.
Prueba de la ebullición sindical es cuando a principio de año los gobiernos le otorgaban a los docentes lo que reclamaban con justicia, no obstante sectores radicalizados deseaban continuar irracionalmente con el conflicto. Hoy vemos similitud en la problemática de la U.T.A. con los metro-delegados, incluso con los conflictos de las automotrices, etc.
Los sindicatos encausan reclamos colaborando con la búsqueda de una merecida mejora laboral. De ninguna manera los sindicatos deben convertirse en los instrumentos de destructivos proyectos de Nación. Por regla general, en el presente los sindicatos están enfocados en el correcto equilibrio de fuerzas, claro está que en los días venideros reclamarán lo justo, lo que todo trabajador debe obtener para poder vivir dignamente.
Máximo Luppino
Agradecemos la fuente: smnoticias de German Marcucci
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