Por Máximo Luppino
Mientras los insaciables buitres sobrevuelan excitados los cielos de la patria ante el tétrico banquete que se aprecia frente a su depredadora mirada, ciertos funcionarios se cobijan en sus cálidas trincheras ideológicas en Puerto Madero sin culpa alguna. Ni siquiera un discreto rubor se asoma en sus duros rostros.
Entre los enigmas del hombre, donde se cuenta la teoría del Big Bang, la construcción de las imponentes pirámides y las sutiles leyes de la energía cuántica, deberíamos sumar el inexplicable fenómeno de cómo la Argentina continúa pagando a organismos internacionales y siempre se encuentra debiendo más.
Está claro que aparecen los buitres porque existe la carroña financiera. Es evidente que reina una enorme dosis de impericia e irresponsabilidad en el manejo de los bienes de los argentinos. Mientras se niegan merecidos y necesarios aumentos a nuestros trabajadores y jubilados, por otro lado se dilapidan montañas de dinero que embargan el futuro de la Nación.
No deben permanecer impunes, ni la impericia ni la torpeza, en estos gigantescos hechos y muchísimo menos la probable corrupción que se sospecha en las calles de la patria.
Cada vez más vemos compatriotas seriamente indignados con “La década ganada”. Desde mullidos sillones de Puerto madero profesan las teorías de Carlos Marks, mientras honran devocionalmente al verde billete imperialista ¡Esta semblanza, de no ser tan cierta, parece un cuento del más cruel humor negro imaginable!
Reivindicando la lucha de Sierra Maestra, mientras se observa el río con sus amarras saturadas de lujosas embarcaciones. Después de todo, para algunos el dinero es meramente una circunstancia que oportunamente parece supieron “distraer” de las arcas públicas. Mientras que para el común de los mortales el dinero va y viene según su esforzado trabajo, para una selecta clase de burócratas entreguistas, el burdo oropel “siempre viene y viene” - Es la magia de Puerto Madero.
Máximo Luppino
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