Un 9 de julio un tanto singular. La presidente de la Nación no estuvo al frente de los festejos del cumpleaños de la patria, acorde a lo sugerido por los específicos dictámenes clínicos.
Encabezó las austeras ceremonias festivas el vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, quien se ha convertido en el funcionario más cuestionado del gobierno nacional. Muchos ven a Boudou como la nave insignia de la corrupción política, como el abanderado de un modelo de funcionario que ningún pueblo desea tener. Para mal de males, en su discurso, habló de la “independencia económica”. El ingenio popular afirmaba: “el buen Amado se tomo a pecho la consigna y comenzó por fortalecer sus propias arcas”.
Por otro lado, la atención popular está con los ojos puestos en Brasil. Un fervor genuino y auténtico que estalló con el pase a la final de fútbol de nuestra querida Selección Nacional.
Al fin del día, el pueblo tuvo su merecido festejo. Mientras, la historia oficial, el cuentito de honestidad, se diluía entre los penales ejecutados con un Chiquito Romero que ingresaba definitivamente a la galería de héroes deportivos de la Argentina. Mientras, un Vicepresidente parecía acercarse a las sombras de la desfachatez.
Es el cambalache aparente de la vida “La biblia y el calefón”…
Claro -“toda persona es inocente hasta que se prueba su culpabilidad”- reiteran una y otra vez los que en un momento digitaban escraches a diestra y siniestra. Es que “la mujer del César no sólo debe ser honrada, también debe parecerlo”. En el caso de los funcionarios públicos, una vida ostentosa de por sí teje un manto de sospecha sobre su honestidad; además de ser de muy mal gusto.
Decenas de periodistas se preguntaban la razón de este apoyo de la presidente a Boudou. Hay quienes creen que mientras Amado esté en escena oficia como escudo mediático; es decir, los misiles judiciales van hacia ÉL y la atención periodística también... Entonces que continúe “el Péguele a Boudou”. Tal es así, que todos los días aparecen nuevos e interesantes datos sobre sus ejercicios económicos.
¿Entonces, fue un premio o un castigo para Boudou presidir las ceremonias patrias?
No sabemos a ciencia cierta si Boudou es culpable de los delitos que la justicia investiga. Sí es seguro que el vice ejerció un sinfín de desagradables ostentaciones mundanas.
Las fuerzas del pueblo están colocadas en el enfrentamiento Argentina-Alemania. Lo demás espera el vapor inevitable que padecerá la olla a presión.
¡Viva la patria!
Máximo Luppino
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