Por Máximo Luppino
La política, por sobre todas las cosas, es servicio al prójimo, hermanada con la ética y la conducta recta. Claro está que en el afán de conquistar adherentes y sumar votos sumerge a ciertos candidatos en algunas ciénagas mediáticas. Un chiste no suple una propuesta de gobierno. Una simpática anécdota personal no garantiza el tan necesario discernimiento para las acciones de gobierno. Un baile o una monería no otorga rango de estadista a un candidato.
Es correcto que los hombres públicos utilicen los medios masivos de comunicación para mostrar sus propuestas, no así sus piruetas para evadir definiciones conceptuales. Se busca la bendición de la "caja boba" con frenética obsesión en época de campaña electoral. Entonces, se genera una política de ficción intentando mezclar a Mahatma Gandhi y Teresa de Calcuta con las mediáticas estrellas faranduleras de un cielo trucho, casi profano.
La corona de laureles de los generales romanos poco tiene que ver con la ornamental purpurina de los reality. No obstante, el peligro de quedar en ridículo es constante; es una línea endeble y delgada por donde caminar. Un paso en falso y un abismo de profunda burla aguarda agazapada. La diferencia entre lo popular y lo populista es equivalente a la idea que diferencia a un estadista de un demagogo.
Por esto remarcamos la conducta del intendente Jesús Cariglino, que orienta su propuesta política de forma directa, cara a cara con cada referente, con todos los militantes. Jesús camina el suelo querido de cada compañero, esa patria chica donde los ideales fraternales se acuñaron en el alma. El proyecto de Cariglino es peregrinado por toda la provincia. Va de boca en boca, de corazón a corazón. Casi como una romántica semblanza de tiempos de honor y valentía que no quieren perecer.
Epopeyas de un Peronismo que no quiere ser subastado en un compraventa televisivo, ni manoseado por encuestas de resultados cantados al mejor postor ideológico.
Guardemos celosamente nuestro voto, si nos equivocamos traeremos dolor y hambre a nuestra Patria. Jesús Cariglino posee historia en la gestión, capacidad para ser emprendedor, con deseos de ser el mejor gobernador de la provincia de Buenos Aires. Quiere trasladar a la provincia los logros sustantivos que supo concretar en su querido municipio de Malvinas Argentinas.
Soñamos con gobernantes que sientan que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino, que sepan, como Jesús lo sabe, que mejor es persuadir que mandar; que siempre las buenas obras suman voluntades. Este tipo de políticos no siempre están salpicados de purpurina.
Máximo luppino
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