Cual una vieja práctica imberbe, la imprudencia verbal antecede a la negligencia gubernamental.
Resoplan los clarines de guerra en el medio de un árido desierto con escases de soldados, sin municiones y con el fantasma de la desocupación como telón de fondo. Claro, dicen que de tanto relatar fábulas corremos el peligro de adoptar características propias de uno de los actores de reparto. Entonces, el engañador es engañado por su propia mitomanía.
Con pocos dólares, sin victorias ni glorias para exhibir, sólo queda aferrarse al pueril cuentito de la epopeya patriótica.
El gobierno juega un partido de resultado cantado, sin reservas en el banco central, la deshonrosa capitulación llegará como un huésped no deseado.
El mundo le presta dólares a casi todo los países. Bolivia, Chile, Brasil, entre otros vecinos, gozan de este obligado beneficio en un mundo que interactúa globalizado cada día más.
Las groseras impericias políticas y técnicas del gobierno nacional nos alejan de un mundo que quiere comprar lo que nuestro campo produce.
Los buitres siempre existieron, tan viejo como el capitalismo feroz que enriquece a unos y hambrea a otros. Nuestros gobernantes no desconocen esto. Pedirle a Drácula que sea solidario es una pérdida de tiempo que nos deja parados en los límites del abismo de la ridiculez.
Tanto la industria como el agro desean, al igual que el pueblo, salir de esta crisis que se insinúa cada día más. Los mandatarios no están a la altura de las circunstancias.
Basta de dilapidar bravuconadas al mundo. La prudencia nos dicta actuar con cautela y respeto. Hermanarse de los buenos modos, permitir que nuestra gente de campo produzca más para aumentar las exportaciones y que el pan llegue fácil y barato a cada mesa de los argentinos.
Crear empleo es permitir que los que deseen invertir sean respetados en su intención de lucro racional.
La “vísera más sensible del hombre” insinúa malestar; si los trabajadores pierden su empleo, si los que lo conservan compran cada vez menos, si la necesidad golpea la puerta de las masas sudorosas, pasaremos días no deseados.
Gobernantes: salgan de la jaula de las ideologías y generen trabajo y bienestar para el pueblo. Es lo menos que merece nuestra gente... Mañana puede ser tarde…
Máximo Luppino
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