SANTURRONES AL ACECHO

sábado, 29 de noviembre de 2014

Viendo las horas transitar en el infinito reloj del tiempo, empujando la marcha de los días, compartimos dichosos con los más humildes el profundo valor de los instantes.

Los que menos tienen, los descartados y marginados, son en verdad los de corazón amplio y dichoso. En otro hemisferio social de acartonadas formas reinan “los maestros de la ley”, los fariseos o como diría el inquieto Alejandro Dolina: “Los refutadores de leyendas”.

Cuando el hambre golpea la puerta y con impotencia por la pobreza se comparte el pan, la magia de la amistad se hace presente para no extinguirse nunca jamás. 

Los santurrones viven una existencia fingida, protagonizan hojas en blanco en la biblioteca del corazón. Estafadores de la buena FE, alfareros de la mentira, artesanos del engaño. Se define un santurrón como: Aquel que muestra hipócritamente una santidad o devoción fingida y/o exagerada.

Seguimos aprendiendo de los albañiles, de los pícaros comerciantes, de los panaderos, de los que bancaron el hambre ajena con su propia escasez a cuesta. 

Los santurrones están al asecho, cometen blasfemia al decirse religiosos o al hablar de amistad e ideales, son estos sagrados valores asignaturas aun pendientes. Al despojarse de su falsa túnica de mentiras, rápidamente visualizarán el sentido del servicio y del compartir; o sea de LA VERDAD.







Máximo Luppino

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