Desde niño crecimos jugando bajo su sombra de pura luz. Rayos de colores buenos despertaban nuestros sueños más dulces. Entre el bullicio de charlas familiares animadas por la alegría reinante, el pesebre junto al árbol enternecía todo el hogar.
Es que se repite el MILAGRO MILENARIO vuelve a nacer entre los hombre el NIÑO DIOS. Con su nuevo nacimiento un torrente de pesares se diluye, el dolor se aleja, la muerte no existe.
El árbol que nunca muere está fuertemente enraizado en nuestros corazones, es NAVIDAD y legiones de ángeles hacen girar fuerte la rueda del destino, con su giro la creación despierta.
Pesebre y árbol custodian el espíritu del bien, los anhelos de los santos, los ideales de los justos.
Hoy como ayer parece que volvemos a correr dichosos por la vieja casa. Risas, juegos, abuelos y nietos adorando la Navidad.
El pesebre cobra vida con cada pensamiento bueno de los hombres soñadores.
¡FELIZ NAVIDAD!
Máximo Luppino.
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