SOCIEDAD
Un título que jamás pensé existiría, sobre todo cuando tuve la dicha de conocer a varios integrantes del Programa Patagónico de la Universidad Católica Argentina, un centro de investigación y extensión con sede en Buenos Aires, único en el país por su alcance extraregional y, sobre todo, por su carisma en la Patagonia.
Sus miembros han pasado varias veces por la redacción, siempre para presentar actividades distintas que, de algún modo, mostraban su creatividad y capacidad de adecuarse a las circunstancias de cada subregión o localidad. Fueron un equipo de jóvenes tímidos pero con identidad, trabajadores incansables aunque decididos, estudiantes y profesores que pertenecían a todas las carreras que pueden existir en una Universidad grande como UCA. Así, a cada rato, aparecían caras frescas en mi Provincia y, también, me los encontraba en Chubut trabajando sobre ferrocarriles, siempre con la misma intensidad, como cuando realizaban una actividad solidaria ligada al medio ambiente o haciendo encuestas en pueblos perdidos en la meseta patagónica como Tecka o Gregores.
Una noticia por cierto contradictoria con el estilo que había inaugurado el Papa Francisco, que en una tarde del viernes 27 en el Aula Pablo VI del Vaticano, donde se llevó a cabo el encuentro con miles de participantes al Congreso Internacional sobre la Catequesis, dijo entre otras muchas cosas:
Cuando nosotros cristianos estamos cerrados en nuestro grupo, en nuestro movimiento, en nuestra parroquia, en nuestro ambiente, permanecemos cerrados y nos pasa lo que le pasa a todo aquel que es cerrado: cuando una habitación está cerrada empieza el olor de humedad… y si una persona está encerrada en ese cuarto , ¡se enferma! Cuando un cristiano está cerrado en su grupo, en su parroquia, en su movimiento está cerrado, se enferma. Si un cristiano sale por las calles en las periferias, puede pasarle aquello que sucede a cualquier persona que va por la calle: un accidente… Tantas veces hemos visto accidentes… pero les digo: ¡prefiero mil veces una iglesia accidentada y no una iglesia enferma! ¡Una iglesia, un catequista que tenga el valor de arriesgar para salir y no un catequista que sabe todo, pero cerrado siempre y enfermo.
Muy fuertes palabras y claras palabras del Papa, que de algún modo reflejan el espíritu que vi en estos jóvenes y no tan jóvenes de la UCA en todos estos años pasados. Y debo agregar que lo hicieron sobriamente, sin actuaciones histriónicas, tratando siempre de compenetrarse con la gente nuestra de la Patagonia. De hecho su accionar era laico por fuera y de fuerte convicciones por dentro; nunca los escuché hacer proselitismo católico pero si cada uno de ellos emanaba, sin saberlo, sus convicciones, que de algún modo dejaban siempre algo.
Conocí a Hector Fasoli en un congreso de minería organizado por la UCA y algún municipio santacruceño, un Doctor en química con un profundo humanismo, que hacía fácil la comprensión de los peligros de cualquier actividad humana y su impacto en la naturaleza. Lo extraordinario era convertir lo complejo en simple, que en realidad ese impacto era en contra de la naturaleza pero que estaba el hombre o sea la sociedad. Un químico que hablaba de que la solución era política primero y luego técnica. Vale este ejemplo para mostrar un poco el estilo del Programa Patagónico de la UCA, hacía fácil lo difícil, las distancias largas cortas; recorredores de la región como lo hacían los peones en el campo extenso de nuestra meseta al costado del alambrado y de las vejas.
Como contraposición del Dr. Fasoli estaba el eterno coordinador del Programa, que debe haber pasado su vida viajando y cruzando el Río Colorado, Alex Vallega. Extrovertido y conversador, interiorizado con los temas y personas de la región, en su juventud vivió en Trevelin, localidad chubutense de la cordillera.
La otra gran parte de este Centro extinguido desde el 1ero de marzo, son sus alumnos y ex- alumnos, entre los cuales tuve la oportunidad de conocer a varios de ellos, como Florencia De Lorenzo, Edgardo Madaria, Eduardo Arraiza, Carolina Llavallol, Marina Martinangeli, María Marta Orfali Fabre, y tantos otros, con un compromiso con la Universidad y con la Patagonia difícil de comprender. Vi en ellos un profundo patriotismo y compromiso por la política y lo que lleva cuando se tiene pasión por el vecino, aunque por cierto este vecino estaba lejos, por lo menos a 850 km el màs cerca de Puerto Madero.
Como diría el Papa, unos catequista sin miedo de salir, que lamentablemente no podrán salir por una decisión de la UCA de mirar al conurbano y las villas miserias. Hay muchas periferias, conozco a varios cristianos y entre ellos a los católicos, se que tienen distintos carismas, este era el que nos venía bien en la Patagonia, desde los salesianos que no había algo tan fuerte por acá.
Mauro Izaguirre
Corresponsal de la Cordillera
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