Por Alfredo Sayus
El presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere, en declaraciones propias del momento eleccionario que estamos viviendo, tildó al precandidato a Presidente de la Nación por el Frente para la Victoria, Daniel Scioli, de fascista.
Insulto común de la izquierda y la derecha liberal para defenestrar al peronismo. Ya en los tiempos del primer gobierno de Juan Domingo Perón, la oposición lo señalaba como un fascista confeso.
Sería engorroso entrar aquí en detalles de las políticas internacionales del peronismo de posguerra, no por no querer referirnos a ellas o no reconocer que Perón habilitó la entrada de fugados nazis a la Argentina, sino porque explicar estas cuestiones llevaría mucho más espacio que el que podrían otorgar estas líneas, para hacerlo con seriedad y ecuanimidad histórica.
Fascista era Benito Mussolini, el Duce, el líder de la Italia que vivió dos grandes guerras. Perón, afín a la política del Duce, era su admirador. Sin embargo no importó a la Argentina la política fascista de Mussolini y sí se ubicó en una valerosa “tercera posición”.
Por otro lado, los antecesores de Etchevehere, dueños de grandes extensiones de tierra y de ganado, terratenientes por generaciones, se habrán encuadrado, sin duda, en la otrora Unión Democrática que supo aglutinar izquierdas y derechas en contra aquel primer peronismo. Los mismos que le decían fascista a Perón y hoy, los bisnietos, se lo dicen a Scioli.
Scioli puede no ser el candidato que todo el arco kirchnerista acepta como continuador del modelo, pero sin duda que no es un fascista. Sin embargo, para Etchevehere, que se jactaba que la Resolución 125 afectaba a pobres chacareros y arredantarios, cuando en realidad afectaba sus intereses monopólicos y antiindustrialistas pretendiendo que la Argentina continúe arrogándose el mito de “granero del Mundo” que nunca fue y en condición de sumisión y dependencia económica que eso implica, sí es un liberal pro yanqui, como aliadófilos en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial fueron sus abuelos. Más sumisión imposible.
Scioli en su discurso está garantizando la continuidad del proyecto impulsado por Néstor y Cristina Kirchner y puesto en marcha por una importante mayoría de funcionarios y militantes que adhirieron al mismo. El arco kirchnerista tiene que garantizar que así sea. Mientras tanto, el comentario de Etchevehere no sorprende, es indudable, como suelen manifestar los críticos modernistas, que se quedó en el 45. Claro, en lo peor del 45.
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