“¡ SOY HIJO DE INMIGRANTES !”

sábado, 26 de septiembre de 2015


Las primeras palabras formales del santo padre Francisco en suelo estadounidense fueron: ”¡SOY HIJO DE INMIGRANTES!” Junto al presidente Barack Obama un genuino afro-americano, conformaban una de esas imágenes “que dicen más que un millón de palabras”.


Foto impregnada de un mensaje rotundamente espiritual y práctico a la vez. Otro mundo se está moldeando a pasos agigantados y Francisco es uno de sus alfareros. 
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El hijo de DIOS nació en un apartado establo de Belén. Hoy el responsable del catolicismo en la tierra nos recuerda sus orígenes, su cuna humilde y sencilla, lugares comunes donde parece que la VERDAD se hace más evidente. 
Entre el “¡SOY HIJO DE INMIGRANTES!”, el modesto FIAT 500 y sus gastados zapatos negros, sorprendía a una sociedad ostentosamente materialista que rinde “culto” a la superflua apariencia. 


Francisco, una vez más, revalidaba su condición, su impronta fundamental de “sacerdote de barrio”, de servidor de TODOS y con simples palabras similares a las que pronunciaba en su querido Bueno Aires, se dirigió a la superpotencia mundial responsable de algunos de los más crueles horrores de la humanidad. Pero FRANCISCO les habló con AMOR, y predicó con el ejemplo, reconociendo también los aspectos virtuosos de la sociedad norteamericana. 
Los países poderosos deben tomar nota del mensaje que nos recuerda que de alguna manera “todos somos inmigrantes”. 


En cuanto a nuestra “sociedad acomodada” que se rasga las vestiduras por el fenómeno de las migraciones hacia Europa, aquí se debería reflexionar sobre la actitud indiferente con nuestros hermanos bolivianos, paraguayos y demás latinoamericanos cuando también vienen a nuestro suelo buscando un futuro mejor. Nuestro deber es abrazarlos en nuestros corazones, porque en ellos descansan muchos de los ideales del Bergoglio que se formaron en nuestro fecundo suelo. 


Como argentinos, si pretendemos apoderarnos de la límpida sotana de Francisco y lucrar en fama intentando “apoderarnos” de su prestigio, se seguirá dilatando su visita al suelo patrio, nos falta la generosidad que ÉL trasmite. 
Por ahora, seguiremos absorbiendo los inmaculados fragmentos de VERDAD y BELLEZA de “¡SOY HIJO DE INMIGRANTES!”


Máximo Luppino

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