Tiempo de elecciones, tiempo de caza. Políticos de toda laya, los buenos y los no tan dignos, se encuentran invadidos por un frenesí enloquecedor. Sólo importa GANAR a como dé lugar. Verdades y mentiras se mezclan caprichosamente en un mismo haz discursivo, donde al votante le lanzan un torrente dialéctico apabullador. Reforzado con afiches, spot publicitarios, canciones sensibleras y promesas inimaginables que hacen palidecer al más dilecto edén.
El pueblo se asemeja a una manada de delicadas gacelas y los candidatos son TIGRES al acecho, sedientos de la sangre del poder. Las palabras se transforman en afilados colmillos y las promesas son mortales garras asesinas.
La ley de la democracia debe cumplirse y debemos optar. Los que buscan ser elegidos se muestran humildes, dóciles y comprensivos. Luego, ungidos por la decisión del soberano, suele aflorar un autoritarismo caníbal que en ocasiones se fagocita a los mismos compañeros que lo ayudaros a “llegar”.
La rueda del destino continúa su incesante giro y el cazador, llegado el momento, será cazado por las mismas crueles balas que otrora disparó.
La ley de causación reclama su estricto cumplimiento, sólo la BONDAD suprema vibra por encima de la vulgaridad utilitarista.
Pero no deseamos “patear la pelota fuera de la cancha”, así que adelantaremos nuestra JUSTICIALISTA decisión. Esto es: Daniel Scioli PRESIDENTE, Aníbal Fernández gobernador, Franco La Porta intendente.
Focalizando la mirada en nuestro SAN MIGUEL, se hace imperiosa la llegada de un nuevo equipo político liderado por La Porta. Que oxigene localidades sumergidas en un profundo abandono. Debemos volver a sentir que el municipio es de TODOS y NO de una pretendida elite de una supuesta “vanguardia esclarecida” TODOS tenemos una fracción de VERDAD que podemos compartir con los demás, por más que no hayamos tenido la inconmensurable dicha de pertenecer al célebre club Regatas de Bella Vista o participar de la santa Misa en latín. Nuestro Papa FRANCISCO nos recuerda que TODOS somos hijos de DIOS por igual, y que hay un aire de familia entre el mítico latín y el familiar lunfardo barrial, entre la “sociedad” rubia y la morena Santa María.
Máximo Luppino
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