Los esfuerzos de las grandes almas de la humanidad son en favor de la igualdad y la justicia, colocando al hombre como el destinatario fundamental de los logros alcanzados. La economía al servicio del desarrollo social integral, socorrer y solidarizarse con los necesitados y sufrientes es el objetivo de la verdadera política.
En nuestra condición de peronistas crecimos incorporando los valores cristianos y humanistas que son el fundamento esencial de la doctrina de Juan Domingo Perón. Estas ideas-fuerza del justicialismo orientaron a millones de personas a ver en el “otro” una expresión de nosotros mismos.
Vemos con suma preocupación la ola de despidos que se están produciendo en nombre de la “modernización del estado” y bajo la cómoda y vulgar acusación de “ñoquis” a las personas despedidas. Ya se despidieron a 18.000 empleados y según nos relatan los periódicos, prometen llegar a 60.000 trabajadores que encontrarían en la fría calle su inmerecido destino.
Transitando el escabroso camino de las cesantías y despidos va a ser difícil lograr la “pobreza cero” que Mauricio Macri prometió en el fragor pasional de la campaña electoral.
El lamentable fundamento (por calificarlo de alguna manera) lo brinda el ministro de economía Prat Gay mezclando a su antojo militancia, trabajadores, estado y modernización. Dice Prat Gay: “la militancia es la grasa del estado” … El ministro atrasa un par de siglos en sus conceptos de respeto al prójimo. Hace muy poco descalificó a los dirigentes y caudillos provenientes del interior profundo de nuestra nación como “pocos preparados” para dirigir los destinos de la república. ¿En sus unitarios “ideales” pretenderá importar dirigentes del exterior? La cultura de las provincias es la piedra fundacional de la ARGENTINIDAD. Colocó, el ministro de los fríos números contables, como ejemplo a la provincia de Santiago Del Estero, más desafortunado comentario puntual no podía haber encontrado.
Nadie pretende sostener estructuras viciosas y oportunistas en un estado a la deriva, pero esto no implica justificar masivos despidos de gente que trabajó y trabaja eficientemente en organismos oficiales.
Repudiamos los conceptos desafortunados y elitistas de Prat Gay. Humildemente le pedimos que reconsidere sus decisiones sobre masivos despidos, que no se convierta en el monaguillo del hambre. Detrás de cada despido hay una mesa vacía. Niños que pierden oportunidades de crecer en igualdad de condiciones. Detrás de cada hombre y mujer sin trabajo hay angustia, dolor, zozobra e incertidumbre. Un drama social que toca el corazón de toda persona de bien.
La exclusión de las personas del progreso y de la igualdad de oportunidades es la receta oscura del pasado llamada a fracasar. Se debe incluir e integrar a la sociedad en los sanos juicios de auténtica evolución comunal.
La cultura del trabajo es un patrimonio de hombre de tierra adentro que con sus manos arrancaba frutos a la madre tierra, desconociendo toda especulación financiera.
El trabajo debe ser cuidado, fomentado y respetado por los gobernantes.
Máximo Luppino
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