Los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci se fugaron el 27 de diciembre del penal de máxima seguridad de General Alvear, colocando en evidencia lo que muchos suponían ¡Nuestro país está en un dramático estado de indefensión ante cualquier amenaza criminal existente! Hasta el momento se encuentran seis efectivos de seguridad seriamente lastimados, ¿cuántos más podrían resultar heridos por estos criminales?
Una larga cadena de complicidad permitió a los delincuentes escapar de la cárcel y burlar centenares de controles y retenes de las fuerzas de seguridad. Los Lanatta y Schillaci se mueven por el territorio nacional a fuerza de dólares y balas al por mayor que propinan a consideración. Lo que no compran, lo balean displicentemente.
Se fugaron por efecto de la complicidad de funcionarios corruptos sin escrúpulos y no fueron detenidos prontamente debido a una gran impericia del ministerio de seguridad nacional.
Por fin, la tan esperada noticia llegaba: En la localidad Santafecina de Cayasta se encontraban apresados los tres prófugos. El mismísimo presidente de la nación Mauricio Macri señaló por Twitter su conformidad por las detenciones, seguido por una legión de funcionarios que pretendían exhibir sus dudosas idoneidades. Tan dudosas, como que la información fue burlonamente EQUIVOCADA. Sí, sólo el más televisivo de los Lanatta estaba detenido, fruto más de un accidente automovilístico que resultado de los rastrillajes llevados adelante.
Condujeron a Macri a afirmar una primicia tan deseada por la población que NO era tal. Mientras redactamos esta nota quedaban libres dos de los tres delincuentes más peligrosos que recordemos.
¿Qué aguardan las máximas autoridades nacionales para garantizar un orden legal elemental ante las tropelías criminales que han ocasionado los tristemente célebres malvivientes? Tres delincuentes contra miles de agentes de seguridad. Daría la impresión que la burocracia y torpeza de ciertos funcionarios no dejan actuar a los efectivos tal cual ellos pueden hacerlo.
Duele ver que rápidamente se reprime a trabajadores por reclamos laborales y se demora increíblemente para enfrentar a auténticos delincuentes. Es fácil disparar balas de goma a una multitud indefensa. Parece difícil enfrentar a hombre armados y decididos a intercambiar disparos.
Es el orden el aliado por excelencia de una comunidad organizada, ya que sin orden las personas no pueden plasmar su rol social con libertad.
Orden y solidaridad son valores éticos indispensables para el progreso de una sociedad dinámica.
El deambular caprichoso a voluntad por los prófugos evidencia la impericia reinante en materia de seguridad de nuestra nación.
Recordamos que los narcotraficantes son apoyados por un poderoso “ejército” de sicarios que “garantizan la eficiencia del mal llamado negocio”.
¿Los Lanatta y Schillaci están inaugurando la etapa de los narco-ejércitos en Argentina? Una eventualidad que vimos aproximarse y no nos preparamos para enfrentarla.
No podemos dejar de asociar esta gran cadena de corrupción y complicidad con el caso del fiscal Nisman, que a un año de su fallecimiento aún desconocemos las circunstancias más elementales de tan horrendo hecho. Sólo “perejiles” y “ladrones de gallinas” son detenidos, lo demás parece ser vulnerable de posibles sobornos.
Sin radares, muy pocas aeronaves, sin logística eficiente, con celulares en estado lamentable de uso, junto a la falta de una sana voluntad política de solución, afrontamos un triste panorama.
Es hora de trabajar unidos en cuestiones de estado más allá de toda polémica partidaria. El bien común por sobre las parcialidades.
San Martín y Belgrano junto a decenas de heroicos próceres no tolerarían ver manchada nuestra independencia por el oscuro narco-poder que busca muerte y decadencia de la conciencia.
¡Es hora de actuar con suma firmeza!
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