El mundo de la
simbología y la gestualidad es apasionante. Bastó simplemente el obsequio de un
rosario bendecido del Santo Padre Francisco a Milagro Sala para que millones de
conjeturas y especulaciones se lancen en vertiginosa avalancha por doquier.
Es natural que el Jefe
de los católicos asista espiritualmente a los que sufren y pasan penurias,
justificadas o no para la finita mirada del hombre. Un pastor cuida siempre de
su rebaño, en especial de la ovejas que parecen estar perdidas o padeciendo
angustia.
¿Qué clase de católico
o humanista puede pretender que un regalo de connotación religiosa y anímica no
llegue a manos de un hermano que sufre?
La vida espiritual es
fácil de proclamar y muy difícil de experimentar. Este parece ser el caso de
Elisa Carrió quien se enfadó airadamente con el Papa por el mencionado presente
a Milagro Sala.
Disparó Lilita: “¡No
voy a Roma!” Lamentamos contarle a Elisa que La ciudad eterna, origen del
esplendoroso Imperio y cuna del renacimiento, seguirá brillando con sus luces
de insondable perpetuidad. Además, Todo indicaría que el Vaticano continuará
haciendo sonar sus míticas campanas a pesar de la ausencia de Carrió.
Tanto el bruto como el
fundamentalista creen en un dios que refleja sus bajas pasiones de
resentimiento y revancha. Los verdaderos religiosos se permiten pensar y obrar
de buena FE, meditando en razones más sutiles que las que a simple vista se
aprecian.
Un Rosario es un
crucifijo con cuentas que ordenan las plegarias. Eso regaló FRANCISCO, un elemento
de oración y recogimiento. NO es una ojiva nuclear ni un pasaporte de
inmunidad, es un gesto de AMOR a una hermana privada de su libertad, con o sin
razón.
Francisco se retiró de
México conmoviendo multitudes. Gracias a su santo oficio E.E.U.U y Cuba
retomaron relaciones diplomáticas. Reanudó lazos con la Iglesia Ortodoxa de
Rusia reuniéndose con el Jefe de esta importante fracción del cristianismo que
desde 1050 no tenía diálogos con el Catolicismo. Centenares de ejemplos más
podemos dar sobre el rol trascendente del Santo Padre, pero TODO esto no
alcanza para Carrió si Francisco no es permeable a sus “caprichos”.
Francisco, al igual que
lo hiciera el GRAN MAESTRO, se quedó con los humildes, con los pecadores, con
los sencillos de corazón, dejando de lado a los fariseos que se creían
superiores a sus hermanos.
Deseamos dejar
testimonio del orgullo que sentimos por la obra del Papa Francisco, el argentino
más grande de la historia, que caminó por nuestras calles adoquinadas y hoy
conmueve al mundo.
Máximo Luppino
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