“Sólo le pido a DIOS
que la inflación no le sea indiferente a Prat Gay, es un monstruo grande y pisa
fuerte el pobre sueldo de la gente”
Amablemente y con sano
respeto tomamos prestada la letra del popular León Gieco de su siempre vigente
canción: “Sólo le pido a DIOS” adaptándola a la dura realidad nacional. Es que
la inflación es en verdad un fenómeno singularmente malvado que deglute
vorazmente el sudor del trabajador, convirtiendo un salario en mezquinas
limosnas de un capitalismo salvaje.
Los poderosos económicamente
pueden esperar, apenas ganan menos de lo habitual; pero la gran masa popular se
ve acorralada y pronta a entrar en un estado de desesperación. Cumplir
trabajando todos los días y ver que el jornal no puede saciar el apetito de los
hijos produce verdadera y genuina rebeldía.
Tanto no se pide, sólo
que el pan cueste mañana lo mismo que ayer. Sólo le pedimos a los “sabios” de
la economía, a esos que estudiaron y hablan fluido el inglés y que adoran el mundo de las
inversiones y finanzas, que detengan la carrera especulativa demencial que
conduce a los trabajadores a comprar útiles para sus hijos en 12 cuotas. Una
bofetada a la dignidad obrera.
Las bondades de la macroeconomía
no siempre se convierten en el necesario sustento de un proletariado que comienza a mirar de re-ojo a
un equipo económico que parece encontrarse más preocupado en agradar a los
Fondos Buitres que a nuestros trabajadores ¡Los docentes esperan ilusionados un
sueldo que les permita educar sin afligirse diariamente por el pan que deben llevar
a su hogar!
¡Sólo le pedimos a DIOS
un justo salario!...
¡Esperemos que Prat Gay no sea ateo!
Máximo Luppino
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