Si algo caracteriza al
Papa Francisco es la afectiva calidez en el trato con las personas. Esta
distintiva cualidad estuvo ausente con aviso el día que recibió a Mauricio
Macri y su comitiva.
Los fantasmas de pasados
y presentes desencuentros sobrevolaron los escasos 22 minutos de reunión que el
Jefe del Vaticano le otorgó a un Macri incómodo y titubeante.
El Titanic chocó contra
una montaña de hielo flotante que lo hizo naufragar. Mauricio colapsó con un
témpano gigante y majestuoso que algunos llamaban Jorge. ¡El dinero no todo lo
puede!
El Santo Padre, nuestro
Francisco, se encuentra en la cúspide de un liderazgo social-religioso mundial.
Suelo que pisa lo trasmuta en tierra de FE y esperanza. Así lo acreditan sus
visitas a Brasil, Paraguay, África, Cuba, Estados Unidos y México.
Su sencilla prédica de
austeridad y humildad le otorga tal potestad moral que es el mentor de dos
grandes hechos históricos entre otros: Uno, el acercamiento y retorno de las
relaciones políticas y comerciales entre Washington y La Habana. Tanto Barack
Obama (protestante) como Raúl Castro (agnóstico) fueron subyugados por el
magnetismo humanista de Francisco, situación que permitió establecer “buenos
oficios” internacionales. Luego, Francisco rompió la distancia que había con la
Iglesia ortodoxa Rusa que desde el año 1050 estaban distanciadas. Bergoglio
inauguró un nuevo tiempo de diálogo universal.
Pero nosotros
destacamos sobremanera los dormitorios y baños que hizo construir en el
mismísimo Vaticano para los pobres y refugiados, brindándoles diariamente
viandas alimenticias supervisadas por ÉL mismo.
Podríamos desgranar
miles de pensamientos y hechos de Francisco que están revolucionando a la
Iglesia Católica y al planeta todo. Sólo agregaremos que este gigante de las
ALMAS se forjó en el seno de nuestra Argentina sociedad y dentro de nuestros
más amados parámetros políticos, un hombre religioso y humanista preocupado por
sus semejantes; hoy, sus hijos.
Gabriela Michetti y
Elisa Carrió están, lamentablemente, lejos de reconocer la envergadura moral y
espiritual de un hombre que acaricia la santidad diariamente. El argentino más
importante de la historia parece ser cuestionado por unitarios y pigmeos
pensamientos. Francisco jamás se detendrá. El egoísmo vanidoso de algunos
dirigentes dilata la visita del Santo Padre a su amada patria.
Desde siempre los
gestos fueron más poderosos que las palabras. La visita de Macri a Francisco es
toda una biblioteca de señales y pautas que habrá que saber leer para comprender
el futuro político de nuestra querida nación Argentina.
Máximo Luppino
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