Una legión de militantes y funcionarios visitan domicilios de la gente en el legítimo afán de conquistar su adhesión, la cual, se pretende que debería traducirse en un contundente sufragio a favor de la causa esgrimida.
El timbreo y visita domiciliaria es un acto de humildad realizado por todos los partidos políticos, es concurrir al hogar del ciudadano y escuchar sus necesidades y preocupaciones, tener una percepción directa del sentir del vecino, un hecho muy positivo.
La concurrencia casa por casa es un paso importante, pero, ¿es suficiente para volcar una elección en una definida dirección? ¡No lo sabemos! Sí, el gesto de “dar la cara”, es muy valorado por la gente, independientemente de la intención electoral de los visitados.
La realidad es que los resultados electorales son consecuencia de un percepción clara y definida de la mayoría de los sufragantes. Este concepto electoral masivo se construye acorde a las experiencias propias y grupales del pueblo, con una importante incidencia de los grandes medios masivos de difusión, que en muchas ocasiones saben muy bien “vestir al lobo feroz de inocente cordero”.
Oleadas de distorsiones históricas se lanzan cotidianamente desde algunos sitios interesados en imponer un concepto definido sobre tal o cual candidato o partido político. Pero estos “hechos publicitarios y propagandísticos” no son una novedad reciente, desde los antiguos reinos feudales se enviaban bufones a contar historias de pueblo en pueblo para “sembrar una idea”. Llevaban sus relatos y cantares en simpática forma agradable para esconder la ponzoña de un propósito conveniente para los poderosos, esto era antes, ahora suelen llamarse noticieros.
Cuando el pueblo padece carencias, más necesidad hay de publicidad y de “analistas políticos” que nos explican que el HAMBRE de los humildes es necesario. Mientras los ricos abultan aún más sus cuentas bancarias.
Claro es que la VERDAD no puede ocultarse y que los pueblos marchan lentamente, pero de forma indeclinable hacia su merecido bienestar.
Existe un punto donde la filosofía, la religión y la política se encuentran, es en el ALMA inmortal de la gente. Cada mentira lanzada al pueblo es un pecado de gran envergadura, un hecho satánico que traerá consecuencias duras para todos. Engañando es como nos engañamos, sirviendo y siendo bondadosos es como nos liberamos del yugo del propio egoísmo. Todo lo demás es ganancia espiritual y material.
Debemos aprender a votar con el corazón, esto es, con la percepción directa de la realidad, sin fanatismos ni prejuicios, sólo con AMOR a la VERDAD y al bienestar de TODOS.
Pensemos e intuyamos la VERDAD ella vive en nuestro interior. No hay “propaganda” que influya a la auténtica realidad.
Máximo Luppino
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