Cada nueva elección encierra renovadas esperanzas en todos los electores. Una poderosa carga emocional enciende la llama de la FE en un futuro mejor. Las boletas electorales parecen fórmulas mágicas que guardan millones de anhelos para un pueblo que desea trabajo, paz y prosperidad.
Sueños de una mesa llena de alimentos ricos en sabor y nutrientes, vestimentas decorosas y un puñado de sueños florecientes al alcance de la mano desea el entusiasta laburante. Hijos con un futuro bendito al alcance de su propia voluntad, con un estado que le permite competir sin trabas ni zancadillas, más bien estimulándolo a conquistar mayores alturas de realización personal. ¿Es tanto pedir? ¿La desidia y la corrupción generalizada hacen “imposible” lo lógico y adecuado?
Una nueva elección se aproxima y con ella todo un engranaje de voluntades individuales que sumadas grupalmente marcarán el destino a seguir de todo el país. La Nación decide su rumbo, con el firme deseo de vivir dignamente, sin ausencia de trabajo. El pleno empleo es un objetivo común en todas las ofertas electorales.
Los humildes son auténticos patriotas por propia condición de vida, por cultura de barrio y potrero, por amor genuino a la azul y blanca. Son los que fueron a pelear por Malvinas, muchos de ellos pidiendo voluntariamente estar en el frente de batalla. Si “pierden” por ARGENTINA sienten que GANAN en espíritu y en voluntad de ser héroes de una causa nacional que bien saben en su sangre que los trasciende.
¿Pero qué pensar del ministro de hacienda Nicolás Dujovne que de sus 97 millones de pesos posee 74 radicados en el exterior?
Parece que Dujovne no posee confianza en su propia gestión económica, menos aún en el desarrollo financiero de su propio país.
Si un ministro de la Nación posee 74 millones en el exterior estimulando foráneas economías, privando al propio circuito económico nacional de las bondades de su propia personal inversión, nos habla por lo menos de una mezquina actitud, desde lo ético incompatible con su propia función.
La gente junta monedas para comer y pagar servicios como gas y luz eléctrica llamándolos a realizar un esfuerzo mayor, mientras funcionarios como el nombrado “apuesta” a otras economías ajenas a nuestras fronteras.
Por un lado, góndolas desérticas por inaccesibles; en otro margen, funcionarios con decenas de millones invertidos en el exterior. ¡Algo debe “cambiar”!...
Los empleados deben saturar los supermercados y negocios vaciando sus góndolas para que sus familias puedan vivir satisfactoriamente.
¿Qué sentimiento predominará en las próximas elecciones legislativas? ¿Cuántas esperanzas aún se mantienen en sintonía con el actual gobierno?
¿Cuánta gente se sintió defraudada por los políticos como Nicolás Dujovne?
¿Cuántos clientes miraron a las góndolas del super como una montaña difícil de escalar?
DIOS quiera que las próximas elecciones, más allá de cualquier signo político triunfante, traigan la prosperidad tan merecida por nuestro maravilloso pueblo argentino.
Máximo Luppino
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