Sembrar sonrisas en el fértil corazón de los niños implica asegurarnos la formación de una sociedad justa y solidaria.
Cuanto más felices los infantes de una comunidad, con mayor cantidad de individuos adultos realizados y positivos contará la Nación.
La educación como hecho cotidiano que debe comenzar a aplicarse desde el primer suspiro del bebe (quizás antes también) en el seno de la familia debe estar ineludiblemente basada en el AMOR.
Primero y sobre todo debemos desarrollar las cualidades del corazón, humanismo, fraternidad sin distingos, compasión y solidaridad concreta, entonces estamos cimentando un ser positivo y útil al desarrollo humano y amorosamente armonizado con el sublime Plan Divino.
A partir de 1945 a 1955, la década peronista, se fomentó el cuidado y desarrollo de la niñez. Bien rezaba aquella poderosa consigna: “En la Argentina de Perón y Evita los únicos privilegiados son los niños”.
Toneladas de juguetes descendían cual cascada de AMOR a todos los hijos de la patria. Más humildes las familias, más recibían. Así se gestó una sociedad político-cultural que a más de 70 años de su creación continúa hoy marcando los días de la patria. El peronismo es un movimiento profundamente cultural, basado en la filosofía del humanismo y la cristiandad con un definido matiz patriótico y nacional.
Aquellas muñecas, pelotas y bicicletas que llegaban a manos de los niños significaban decir en el lenguaje del ALMA: “¡Te queremos, sos muy importante para nosotros, serás un gran hombre, una gran mujer, confiamos profundamente en vos!”
No era política para una elección inmediata, era una gran apuesta a formar generaciones completas en los sagrados parámetros del cariño y el positivismo solidario.
El justicialismo del General y Evita fomentaba el día del niño cuando el capitalismo mercantil aún no había implementado el día del amigo, del abuelo, de la secretaria y de los “adoradores del mercado”. En aquellos días de la sonrisa segura y aplomada de Perón y de la abanderada de los humildes, todos los días eran el día del niño.
Claro que simultáneamente que con juguetes se llegaba a las familias con un completo plan de vacunación y atención médica, con útiles escolares y libros y sobre todo con empleo para los trabajadores con salarios dignos que contenían posibilidad de ahorro y progreso social.
Hoy nos da mucho gusto ver cómo se festeja el día del niño en todos los lugares de la patria como una herencia cultural más de ese peronismo que empapó de sensibilidad afectiva la vida cotidiana de la Nación.
Hasta los cultores del liberalismo salvaje hacen trampa a su dogma gorila y se permiten obsequiar atención a los pibes, de esta manera acceden a sentirse bien, aunque más no sea por unas horas.
Evita y el general daban a los más pequeños lo que ellos merecían: AMOR y plena atención. Aplicando la generosidad sincera se forjó el movimiento político-social más importante de la patria.
Toneladas de mentiras y difamaciones se hablaron y escribieron sobre el justicialismo, pero aquella bicicleta que arrancó tantas lágrimas de emoción en aquel niño pobre fue millones de veces más poderosa que la más “perfecta falsedad”
Es que “Los días más felices de los trabajadores fueron y serán peronistas”. Incluye ineludiblemente el cuidado y protección de los pequeños.
Felicitamos a todas las agrupaciones políticas, escuelas y entidades sociales que recuerdan y fomentan con amor este día del niño que se proyectará como una sempiterna sonrisa en las personas que dan y reciben afecto.
¡Dando es como se recibe! ¡Niño feliz, hombre bueno!
Máximo Luppino
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