PODER, CÁRCEL, NEGOCIOS Y VENGANZAS

jueves, 26 de octubre de 2017


¡El poderoso funcionario de ayer, es el encarcelado de hoy! ¿El ministro prestigioso de hoy, podrá ser mañana el duramente enjuiciado?

La justicia parece que jamás fue ciega. Desde siempre observó muy bien tiempo, lugar y circunstancias de sus casos a tratar. Mesuró detenidamente poder, influencias y enemigos del eventual reo antes de bajar resuelto el flexible martillo de sus dictámenes condenatorios. Donde el atractivo calor del poder se diluye y asoma el frío intenso de las derrotas políticas, comienzan a fluir las cascadas de acusaciones y causas judiciales que empiezan a correr velozmente como en una maratón olímpica luego de invernar perezosamente todos los años que el acusado ostentaba “peligrosas influencias” mediáticas. 
La justicia vigila atentamente, cual un cazador mira a su víctima en el lente de su sincronizada mira telescópica. Uno dispara en la ocasión adecuada; otro, sentencia cárcel luego de que el desprestigio social se convierte en un grito periodístico. 
Sin duda muchos detenidos poseen una montaña de razones reales por las cuales cargan sus numerosas sospechas y sentencias. La corrupción existió y fue obscena y criminal. El dinero público pertenece a la gente, NO al administrador de turno. Esto tan básico y elemental es ignorado casi sistemáticamente por un grupo de funcionarios.  
Los millones en la cárcel de poco sirven, y el látigo empapado de vidrio molido de la opinión pública flagela drásticamente al sospechado de corrupción. 
En el caso Julio De Vido sería adecuado develar quiénes fueron los empresarios, banqueros y financistas que se beneficiaron con el supuesto tráfico de oscuros favores. De lo contrario, caeríamos en el absurdo de que el ex ministro realizaba “negocios” con etéricos fantasmas del mundo virtual. 
¿Cuántos de los que parecían “monjas de reclusión” en sus discursos condenatorios al ex ministro en la Cámara De Diputados fuero “socios” o buscaron favores del hoy repudiado preso? ¡Demasiada hipocresía repugna un tanto!
La mayoría de los funcionarios “pícaros” terminan siendo “empleados calificados” de los grandes empresarios que son en realidad el PODER REAL. 
El viejo proceso de poder y negocios NO se detiene. Muda de ropa, cambia sus modales, se perfuma y viste de traje, pero roba igual y huele peor. 
Es necesario y beneficioso que los procesos de transparencias política y judicial se acentúen. 
La educación profunda en valores éticos y el patriotismo hecho carne es el escudo adecuado para que la tentación de robar no llegue a la mente del funcionario. Sólo el corazón amante del bienestar del pueblo puede caminar en paz entre fortunas sin tocar un centavo ya que es consciente de que el dinero le pertenece a la gente de su patria, y debe ser usado para el bienestar de la población. 

                  Máximo Luppino

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