Lo que nos es familiar y cotidiano ingresa sin lugar a duda a ser un elemento cultural de nuestra compleja idiosincrasia. Desde hace ya mucho tiempo la moneda del “gran país del norte” se estableció como un marco de referencia económica ineludible para los argentinos. Hay sequías, se compran dólares; llueve demasiado, se adquiere dólares, nuestro querido can miembro ejemplar de la familia ladra demasiado y ¿adivinen qué? ¡Sí, compramos dólares!
Claro que existen razones para que esto suceda, nuestra inestabilidad monetaria que perdura igual a pesar de los distintos gobiernos, más la inflación que no puede ser controlada “obliga” a buscar estabilidad, la misma que el verde billete parece siempre ofrecer a las lógicas demandas de confiabilidad financiera.
Mientras el gobierno de Mauricio Macri destronó a nuestros próceres de nuestro papel moneda, sustituidos por simpáticos animales que poco “opinan” sobre la CAUSA NACIONAL y el fomento patriótico de la ARGENTINIDAD, se propina un nuevo y audaz paso hacia la entronación definitiva y total del billete Yanqui: el mismo podrá adquirirse desde el mes de marzo en remiseras, mercados y kioscos. Así el párvulo apreciará cual una apetecible golosina más la moneda de Washington. Tal vez, quizás, un día alguien diga: “¡Nada más ARGENTINO que el DÓLAR!...
Nos recuerda que cada vez que el Fondo Monetario Internacional (FMI) felicita a nuestro gobierno, todos empalidecemos, ya que es un preludio de un nuevo tarifazo. Ajustan servicios de luz, agua y gas, aumentan las naftas y el incesante goteo de cesanteados y despedidos continúa. Si te felicitan los “mandamás” es augurio de una criolla versión de las 7 plagas de Egipto que azotará nuestro país.
Las remiserias ofrecerán dólares entre viaje y viaje, el menudeo será más desordenado de lo que imaginamos, y entre caramelos y chocolates el dólar brillará como algo familiar a nuestros anhelos de siempre.
Por un lado, los Héroes del ARA San Juan con nuestros 44 hermanos marinos perdidos bajo las frías aguas de la indiferencia gubernamental; por otro, el dólar se establece como el “soberano déspota a adquirir”.
Soñamos con un PESO ARGENTINO poderoso, estable y respetado en el mundo. Dejen las ballenas nadar felices en los océanos, disfrutemos del hornero volar y que San Martín, Belgrano y Juan Manuel vuelvan a honrar con su presente valentía nuestro papel moneda.
Quizás el gran Discépolo incluiría en su bello e inigualable CAMBALACHE el dólar profano y sin corazón junto a la Biblia y el calefón.
¡Volver a creer en la patria grande que SAN MARTÍN SOÑÓ!
Máximo Luppino
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