“Tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo” afirman las mujeres que abogan sobre la interrupción voluntaria del embarazo (aborto). Suena muy lógico. El tema es que en su cuerpo hay otra vida gestándose con ilusiones, anhelos y esperanzas genéticamente almacenadas desde la más temprana edad de la humanidad en el planeta.
El milagro de vida, el nacimiento, no sólo NO debe ser interrumpido, sino que debe ser cuidado y protegido con el mayor de los esmeros. Ser madre es un Don de DIOS para muchos, para otros una maravillosa facultad con que la naturaleza distinguió a las mujeres por sobre los hombres. Lo cierto es que la existencia de los seres está medida por un atractivo cúmulo de pautas en nuestra conducta. El de ser padres conforma un sitial distinguido en el orden individual y colectivo de la comunidad.
Un individualismo sórdido y materialista exacerbó el EGO propio hasta monstruosas alturas de un vértigo suicida. El YO parece conformar con insolencia un cruel desafío al NOSOTROS, al TODO como un ente humano indisoluble de valores colectivos.
Cuida, MAMÁ, la vida en tu interior. Estás protagonizando un milagro. No mates tu propio potencial. No sacrifiques el AMOR que reside en tu interior.
Creemos que las mujeres son un templo viviente con la maravillosa capacidad de dar VIDA. No un desierto estéril de sueños e ilusiones. Con cada niño que nace la humanidad se recrea en esperanzas y FE.
¿Quién pisotearía con indiferencia un jardín con pimpollos floreciendo? ¿Quién callaría por siempre un “mamá, te quiero”?
La belleza de proteger un retoño de AMOR es una experiencia única e irrenunciable. No rindamos culto a una “juventud eterna” que en verdad no es tal, más bien es una infantil actitud de rebelde adolescencia, una falta de madurez espiritual, una bofetada a la inteligencia. Madre, cuida a tu hijo. Él es tu vida en otro tiempo.
Siempre la VIDA pugna por manifestarse. Nada en favor de la corriente de DIOS en el río celestial de la eterna conciencia.
La VERDAD no puede ser negada, no demores tu propia felicidad. Madura y sé responsable de tus actos y del lugar con que la vida te calificó. Lo demás es un laberinto de palabras ausente de toda luz.
Confía en ti mismo. La VIDA llama a la VIDA. SÉ una gran MADRE. ¡Los cielos te sonreirán!...
Máximo Luppino
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