La batalla verdadera se librará en cada conciencia en la soledad de la reflexión y meditación. Nadie quiere que las mujeres sufran y sean víctimas fatales de quienes se aprovechan de un estado de vulnerabilidad transitorio de ellas.
De la misma forma con que defendemos la vida de la futura mamá, deseamos proteger y garantizar el nacimiento de ese niño que late en sus entrañas. Mucho más que una frase es el “Cuidemos las dos vidas”, es un profundo anhelo humanista al que para muchos se le suma una insondable convicción religiosa. Más que FE, conciencia de la VIDA que desea manifestarse.
En cada semilla ya se encuentra el árbol o la planta que lucha por surgir. La concepción es un llamado a la vida de un ser que desea nacer. Debemos apoyarlo y cuidarlo junto a su madre y familia. Debemos marchar de la mano con la naturaleza, jamás en su contra. Sería ir contra nosotros mismos en su expresión más cabal.
Católicos y cristianos unieron sus esfuerzos en homenaje sublime a sus mejores convicciones. Así se apreció a pastores y sacerdotes hermanados en el bien que sentían que representaban. No es un dato menor, quizás sea una puerta abierta para una relación madura y responsable para enfrentar los futuros embates que seguro pronto asomarán en el lúgubre horizonte de un capitalismo utilitarista despiadado.
Pensamos que a partir de hoy debemos emprender una actitud definidamente docente con respecto a la importancia de la existencia del SER que vive desde el momento mismo de la concepción. No podemos por comodidad eludir el tema, sería hipotecar el futuro de inocentes. Hay que dar valientemente la trascendente batalla cultural.
La VERDAD no posee tiempo de caducidad, la VERDAD reina más allá de las relatividades de los “pares de opuestos”.
La evolución de criterios requiere del discernimiento libre. Las grandes mentes se alimentan de lógica sensatez, (Esto incluye a la FE) NO de modas adolescentes y caprichosas basadas en un culto al YO personal. El hombre desde que pisó el planeta se debe a sus semejantes. La humanidad avanza en conjunto teniendo al BIEN COMÚN como irrenunciable norte.
El Tsunami celeste es una incontenible y gigantesca ola de AMOR hacia las “dos vidas”. Un compromiso de gratitud hacia la existencia por permitirnos SER un centro de conciencia. Gratitud que debemos siempre reflejar cuidando a los más vulnerables, a los desposeídos y menospreciados. Un ideal, para ser tal, requiere de altruismo enérgico y decidido.
Respetamos profundamente los pensamientos diversos y deseamos marchar juntos en un arcoíris de belleza sin fin, donde el verde y el celeste se hermanen para bien de la comunidad toda. Todo lo que concebimos con FE, dedicación y disciplina es posible concretar. Comencemos por visualizar nítidamente el ideal a alcanzar en nuestra mente, ese primer paso es fundacional para plasmar grandes anhelos en una realidad tangible.
Trabajemos para garantizar ese GRAN primogénito derecho de los individuos, que es el de NACER. Lo demás se nos otorgará por existencia misma, garanticemos la vida de ese SER indefenso que fue convocado a nacer por acción concreta y voluntaria de una pareja.
Los individuos fundan una familia, el milagro está en marcha, la vida es indetenible. No se puede encerrar en un modesto jarrón de personal pareceres la verdad sublime del océano infinito de VERDAD que reina en el cosmos.
Sí a la VIDA es un sí a vos mismo, a tu realidad, a tus mejores deseos y futuro. No luchamos contra nadie, más bien buscamos la superación de conceptos egoístas que nos atan a la oscuridad. Dando es como recibimos, reflejando AMOR recibimos bendiciones.
¡La familia y los valores que guarda en su seno de maravillas compartidas SIEMPRE ESTARÁ VIGENTE!
¡DIOS bendiga por siempre a la gran Nación ARGENTINA!
Máximo Luppino
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