Nada tan engorroso como los discursos políticos, una madeja de palabras complica lo simple y lo fácil de comprender se torna en una entelequia indescifrable.
Semanas atrás, ante la opinión pública, la reelección a la presidencia de Mauricio Macri se planteaba en gran parte del mundo periodístico como un trámite, un episodio ya resuelto por los vientos omnipotente de un destino ya profetizado. En escasos días, esa solemne certeza, pasó a ser una lucha cotidiana de “Cambiemos” para recuperar credibilidad y mantener autoridad moral ante una ciudadanía por demás descreída. Del todo poder, a la orfandad de un ostracismo imaginado por los más críticos al gobierno.
En el fin de semana pasado, por lo menos cuatro destacados políticos cercanos al presidente rechazaron los ofrecimientos del primer mandatario para subirse al barco de la administración nacional. Desmereciendo así los cargos públicos que Macri les ofrecía. Diríamos un 100% de fracaso en este sentido. Carlos Melconian, Prat Gay, Martín Lousteau y Ernesto Sanz NO asumirán, por ahora, responsabilidades ofrecidas por el titular de la Cas Rosada. Un golpe durísimo a la autoestima que Mauricio se empeña tanto en cuidar. La desconfianza está instalada en las más altas esferas del núcleo gobernante. ¿Cómo se sentirán los funcionarios que mantienen sus cargos gracias a la negativa de otros ciudadanos a asumir las responsabilidades ofrecidas? ¿Será como jugar de suplentes obligados, sentirse ya marcados como figuras de cambio para la coyuntura que se aproxima?
Nada más frágil que la sensibilidad humana. Es como un fino, hermoso cristal que el aliento más sutil empaña y el pequeño golpe descuidado puede romper irremediablemente. El manejo político del fin de semana pasado fue desastroso. Los funcionarios debían mirar la televisión para tener información de su próximo destino ¡Horrible!...
Mauricio ingresó con una motosierra encendida al quirófano, no quedó nada en pie.
En cuanto a la reducción de ministerios, poco llamó la atención la disolución del ministerio de trabajo, toda vez que este gobierno puede llegar a ser recordado por la historia como la administración del desempleo y la inflación. ¿En este contexto qué sentido tendría el ministerio de trabajo?
Muy distinto es el caso de la disolución del ministerio de salud, esto es aún más grave y marca una señal muy dura para la población carenciada de la república.
Queremos dejar en claro que es positivo reclamar y peticionar por los derechos ya conquistados y aquellos aún por conquistar, pero este sano ejercicio ciudadano debe ser en orden y en paz. Que la población NO sea instrumento de los profetas del odio y la destrucción. Siempre dentro de la ley y en orden.
Cada uno es responsable de sus acciones. Estamos orgullosos de un peronismo que está haciendo aportes positivos para la estabilidad social. Criticando lo que le parece incorrecto sostiene con brazo firme la salud de las instituciones.
Las mejoras serán siempre junto a la gente y en paz. Recordemos al General Juan Perón cuando señaló: “Para un ARGENTINO no debe haber nada mejor que otro ARGENTINO”…
Pensemos en el día después. La Nación seguirá erguida pese a nuestros errores.
Aquella doctrina filosófica política que marcha con la gente y para el beneficio de la población, esa es la mejor.
¡DIOS BENDIGA LA NACIÓN ARGENTINA!
Máximo Luppino
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