Partió el gran cordobés, el tres veces gobernador de la pujante provincia mediterránea, cuna de la argentinidad.
JOSÉ MANUEL DE LA SOTA se abrazó al infinito en el kilómetro 782 de la autovía de la Ruta Nacional 36 que une las ciudades de Córdoba y Río Cuarto. Ruta que él mismo había construido en una de sus gestiones como gobernador, fallece como todo gran hacedor en el ceno mismo de sus propias obras en favor de la gente.
Su altura de auténtico estadista lo estrechaba desde siempre con la impronta de servicio solidario de un militante justicialista. Se fue uno de los apóstoles más lúcidos del peronismo. Se ocultó entre las luces y sombras de la diáfana creación un discípulo dilecto del General Perón. Como tal, “El Gallego” fue un trabajador incansable del diálogo y el acuerdo en fraternal dimensión. Eslabón insondable de UNIDAD PERONISTA, dispuesto a dar todas las batallas que fueran necesarias para consagrar el triunfo de la Causa Nacional, de los ideales que absorbió desde joven del ALMA del General y Evita.
De La Sota, un espejo que nos refleja lo mejor del peronismo, conciliador permanente de vocación cristiana y humanista, sensible intérprete de los sueños de los humildes.
En su lecho mortuorio llamó una vez más a la UNIDAD. ¿Sabremos escuchar? ¿Renunciaremos al monstruoso EGO de la propia vanidad para ser protagonistas del BIEN que la Nación anhela?
Los Peronchos lo valoran y reconocen incondicionalmente, el resto de la república lo respeta en sincero afecto.
El gallego siempre estará en la galería de nuestros mejores hombres, en el altar de los consagrados a la luminosa doctrina de Juan Domingo. Un ejemplo para jamás olvidar.
Pronto, querido José Manuel, festejaremos juntos los triunfos JUSTICIALISTAS que se están gestando en la república toda.
Gracias, GALLEGO, por tanto, ¡¡¡Que DIOS te bendiga y hasta siempre!!!
Máximo Luppino
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