Es desgarrador cuando un pueblo trabajador y manso acude a los pies bendito de su madre celestial, la Virgen de Luján, para implorar trabajo que le permita ganarse el PAN tan necesario para su familia y estar en PAZ por el deber cumplido.
La misa del movimiento obrero y dirigentes sociales, más políticos preocupados por la situación económica de los empleados, desocupados, jubilados, junto a la clase media que poco a poco pierde capacidad adquisitiva y es absorbida por la ciénaga cruel de una inflación próxima al 50% anual en este gris 2018, fue multitudinaria.
Los tarifazos de servicios esenciales son el profano látigo que lacera las esperanzas de los buenos. Es que los asalariados saben de trabajo y servicio, de construir casas, saben de hilar prendas, saben de labores dignas, nada saben de “timba financiera” ni de LEBAC o acumular dólares. Cuando en el pasado “sobraba un mango” ampliaban la pieza o pintaban el cuarto de los chicos, quizás acariciaban la caña de pescar para lanzar una línea de esperanzas en las dulces aguas de los ríos de la patria, observando el diáfano luminoso atardecer.
Pero para la política económica del gobierno, un obrero feliz parece una ofensa al credo liberal extranjerizante que gustosamente profesan.
La marcha victoriosa de los humildes y desposeídos es indetenible y jamás los muros de la soberbia multinacional pudo detener las aguas de la justicia social.
Sin piquetes, ni pancartas, menos todavía palos o capuchas, sólo oraciones de FE a la Santa Madre que siempre nos protegió. Los medios hegemónicos escondieron el maravilloso acto de AMOR de un pueblo devoto y pacífico. Continuaron con sus “cantos de sirena” mintiendo y desvirtuando la realidad.
Centenares de miles de banderas ARGENTINAS brillaban más que nunca en las manos curtidas de gente de trabajo. La patria sufre cuando el corazón de los laburantes está triste. Las lágrimas suelen hacer más historia que el estruendo de los fusiles, y las plegarias son infinitamente más poderosas que las bombas asesinas.
El sábado 20 de octubre se eligió el camino correcto, se eligió la FE, la patria, se imploró una cuestión esencial: PAZ, PAN y TRABAJO. Los señores del mercado van a negar este derecho inalienable de la condición humana.
Sólo se trata de TRABAJO, sólo desean vivir con la seguridad de sus fábricas abiertas, produciendo para crecer.
¡DIOS escuche la súplica de nuestra gente!
¡DIOS bendiga nuestra patria ARGENTINA!
Máximo Luppino
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