El espíritu de supervivencia siempre se impone. Sobre todo en el universo político eleccionario donde el triunfo es “alfombra roja” de eclipsante poder, y la derrota es un paseo forzado por el árido desierto de la indiferencia colectiva, sin agua, ni grupo de rescate a la vista.
Mauricio Macri pugna por mantener unificadas las cruciales elecciones del ya prematuro 2019 en términos políticos. Pero la realidad parece indicar que una amorosa desobediencia es practicada por muchos gobernadores y no menos intendentes que están convencidos de que sin Mauricio en la boleta eleccionaria potencian sus chances de victoria. ¡Así de cruda fue siempre la política!
La provincia de Neuquén tendría elecciones el 10 de marzo, Córdoba el 12 de mayo al igual que San Juan, La Pampa el 19 de mayo, Entre Ríos el 19 de junio, además Rio Negro y Chubut ya manifestaron su intención de adelanto eleccionario.
La fisura de criterios está apersonada claramente en Cambiemos. Marcos Peña sufre la indiferencia del Jefe de Gobierno de la ciudad, Rodríguez Larreta, y de la gobernadora María E. Vidal quienes también pugnan por el adelantamiento eleccionario. Inclusive, tanto Capital como provincia ensayan una fecha idéntica para la expectante ansiada votación.
Las relaciones con la UCR, el principal aliado del presidente Macri, no pasan por su mejor momento. Desocupación, inflación, riesgo país y la amenaza constante de una disparada de la verde inquieta divisa son en gran medida los argumentos de preocupación que esgrimen los “separatistas” eleccionarios; irrefutables argumentos, por cierto.
Tenemos que enfatizar que el primer mandatario posee un poderoso posible enemigo oculto que es “astilla del mismo palo”, nos referimos al mundo empresarial argentino en su máxima magnitud. Algunos propietarios de las más abultadas fortunas de la Nación debieron desfilar por Comodoro Py, en vejatorias circunstancias para su singular entender. Culpan de esta impensada “humillación” a Mauricio Macri, sienten que están sometidos a un escarnio por “ejercicios empresariales” propios de acciones que le son por demás familiares al Grupo Macri. Para decirlo más vulgarmente y que todos lo entendamos el “vigilante - ladrón”. Este infantil juego de nuestra infancia, eras vigilante o ladrón, si pretendías ejercer los dos roles caías en el más profundo repudio de tus compañeros de juveniles correrías. Bueno esto parecerían sentir algunos empresarios colegas de Macri.
¿En las próximas elecciones estos enérgicos grupos serán meros espectadores? ¿Ejercerán influencia rotunda para apoyar algún candidato que no sea tan hostil a sus determinados intereses? Dicen: “¡El que ayudamos nos quiere meter presos!” Diríamos que están tan decepcionados como gran parte de la clase media que sufragó en favor de las amarillas fuerzas y que hoy no puede pagar con soltura los servicios básicos esenciales.
Seguramente alguien capitalizará este descontento generalizado de estos gigantes de las finanzas.
Urtubey es un aliado de Mauricio con vocación de SER y protagonizar. Su zarpazo está a la espera de la ocasión justa.
Sergio Massa está más que instalado y se encuentra en febril actividad, recostado en un peronismo no K y en la descontenta clase media que anhela su pasado. En tanto, Cristina piensa y piensa cuál va a ser su decisión. La expresidenta posee una sola “bala de plata”. Sabe que debe emplearla con máxima sabiduría, ella no resistiría una nueva derrota. Quizás sienta que pueda ser parte fundamental de un armado que la conduzca fuera del agobio de Comodoro Py.
Más allá de las especulaciones intelectuales, lo emocional juega un rol fundamental. En las aguas del porvenir próximo nuestro destino como Nación estará a prueba.
Con cada elección anticipada se ajustarán las estrategias de oficialistas y opositores, mirando con delicada atención una eventual segunda vuelta, que a la luz de los sucesos actuales asoma como inevitable.
Máximo Luppino
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