¡El enojo deriva de la frustración!
El señor presidente de la Nación manifestó su disgusto cuando en una reunión de gabinete ampliado manifestó: “Estoy caliente, siempre me calentó la mentira”. Estas expresiones van a engrosar el infortunado decálogo de frases de Mauricio Macri. El disparate dialéctico continuó en ascenso logrando su clímax cuando disparó: “Hay que remarla un poco más, sin llorarla”. Entre otras cosas, Mauricio desconoce que los argentinos tenemos varios másteres en “remarla”. Diríamos que somos veteranos de épicas regatas de vida y siempre la gente remó con alegría y fe.
Los que parece que NUNCA la remaron son los del gabinete nacional que poseen, en gran medida, sus fortunas en dólares en el extranjero. Jamás Mauricio los exhortó determinantemente a que repatrien sus fortunas, pero sí le exige más sacrificio al pueblo de la patria. Aquí, el thriller de Mauricio se torna en novela negra…
La mentira se tornó, lamentablemente, en moneda corriente en el universo político. Se miente con un desparpajo tal que los embusteros se indignan ante la sola insinuación de un vestigio de verdad.
Que sana ilusión poseía el pueblo cuando Macri hablaba de eliminar el cruel impuesto a las ganancias, del hambre 0 y medicamentos gratis para los abuelos humildes. Un sueldo no es ganancia, el salario es retribución por trabajos generados por parte de empleados y obreros; en forma alguna puede ser calificado como acumulación de bienes. Los gobiernos se suceden mientras los gravámenes impositivos crecen, se acumulan y asfixian la economía popular.
Mauricio Macri se “calienta” por opiniones contrarias a las suyas. Se enoja y promete continuar con su “único camino”, el ajuste rabioso de tarifas y el desamparo de la clase media mayoritaria con la ejecución artera de la industria nacional. Los únicos que poseen derecho genuino a protestar son los expulsados del circuito laboral, los jubilados y pensionados, junto con los que aún tienen trabajo, pero sus sueldos no llegan a cubrir las básicas necesidades ¿De qué protesta Mauricio, de la inflación que no puede controlar?
La campaña del Gobierno Nacional intenta comparar lo malo con lo peor. La posibilidad de una tercera fuerza en disputa más allá de Cristina y Mauricio se insinúa cada vez más, con mayores posibilidades de disputar poder electoral concreto.
No sabemos si Roberto Lavagna será candidato a presidente de la Nación, menos aún si ganaría las elecciones nacionales de presentarse a la electoral contienda. Lo que sí, debemos agradecerle ya el haber sacudido la modorra que parecía cubrir a oficialistas y opositores. Su aparición generó un debate profundo. Lavagna suma voluntades de lugares diversos, incluso un gran número de individuos que ayer votaron por Cambiemos y hoy se encuentran más que desencantados.
El ingreso en escena de Lavagna obligó a Sergio Massa a acelerar su colectivo electivo e ingresar en la etapa de definiciones trascendentales, esto le hace mucho bien a la política nacional.
En tanto, nuestro fantástico Netflix, que posee como protagonista a Mauricio Macri, luego de inculpar a su mismísimo padre de corrupto a escasos días de su muerte, dejó sin aliento a los espectadores más insensibles. El célebre thriller llegó con angustia a su cuarta temporada, ahora insinúa firmar un contrato por un período más. La pregunta es: ¿resistirán los espectadores? ¿Mantendrán la templanza? ¿O atónitos e indignados los espectadores (a esta altura de un drama de terror) abandonarán la sala de proyección para ser público activo de una película con mayor carga patriótica de emoción? ¡Cuidemos el cine de la nación!
¡El pueblo, algo más que actores de reparto, más bien protagonistas estelares, se bendecido por el gran director cósmico, fuente de toda imagen y sonido!
Máximo Luppino
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