La vigorosa clase media argentina lucha a brazo partido para no ingresar definitivamente al patíbulo económico que Mauricio Macri construyó para la República.
Hijos y nietos de sufridos inmigrantes de la vieja y sabia Europa azotada por el hambre de las guerras desembarcaron en nuestro sagrado suelo para establecerse por siempre y adoptar la celeste y blanca como su propia bandera, sin olvidar los cristalinos colores de su procedencia. Parece ayer cuando en nuestra casa paterna mi padre italiano, en un castellano chapucero, nos educaba para trabajar y luchar por un destino mejor al que ellos tuvieron en sus sacrificadas vidas. Experiencias de barrio obrero que junto a los dignos provincianos de rostros curtidos cimentaron el fenómeno sociocultural más grande de toda Latinoamérica, esto es la Clase Media.
La clase media argentina se nutre de parámetros culturales más que meramente económicos, así apreciamos que familias muy humildes son legítimos representantes de esta basta fracción cultural nacional. Así mismo un significativo sector de personas que lograron conquistar una importante condición económica, pero que su cómoda condición financiera no los alejó del concepto cultural de sentirse orgullosamente “gente de clase media”. Las PyMEs surgieron pujantes y airosas de este fragmento nacional de pura argentinidad. Las PyMEs son voluntad creativa familiar en acción.
Hoy, merced a los demenciales tarifazos y asfixiantes cargas impositivas más importaciones arteras, nuestras generadoras de empleo y bienestar, las PyMEs, están cerrando en cantidad abrumadora. La clase Media se siente profundamente defraudada por el manejo financiero de Mauricio y funcionarios que continúan teniendo sus fortunas en el exterior.
La angustia es enorme, el descorazonamiento es herida abierta. La esperanza está en agonía, dicen los viejos laboriosos de la industria cacera: ¡Macri no va más!...
Muchos representantes de este colectivo social se encuentran tan alejados del universo K como de la franquicia M. Son los buscadores de una alternativa superadora, diríamos los futuros devotos de una tercera posición que pueda navegar por encima de la grieta de falsos pares de opuestos.
Sergio Massa, Roberto Lavagna, Juan Manuel Urtubey, Miguel Pichetto, Sergio Uñac y el cordobés Schiaretti, entre otros, son los responsables de darle cauce a tanta necesidad de un pueblo que no se resigna a convivir con el hambre y la miseria. Genes de lucha laten en las entrañas de una clase media que actuará con inusitada firmeza antes de ver sumergirse a sus hijos en el dolor y sufrimiento de no ver un puerto donde anclar sus ideales buenos de constante progreso. Clase media orgullosa de su estirpe de trabajo y producción no arriará sus banderas de superación ante la entrega del capital a la timba internacional en vez de apostar a las maquinarias de producción. Parece que Mauricio Macri jamás se identificó con nuestra Clase Media, más bien se siente cómodo con el vocablo inglés del “Té a las 5”, costumbre reñida con el telúrico mate argentino de todos los momentos de sano compartir.
Mauricio llevó a la Clase Media al borde de la desesperación. La gente no posee más que entregar. Todo lo brindó y cada día se encuentra trabajando mucho más a la vez que está más pobre. Se aproximan días de profunda reflexión y temple estoico.
El destino de la Nación rugirá en las urnas de las próximas elecciones nacionales. No existe laboratorio político que pueda maquillar el cadavérico rostro de la muerte. Nuestros compatriotas sueñan con progresar trabajando. ¿Tanto piden?
El destino de grandeza está grabado en el corazón indómito de nuestros abuelos y padres, que rezando a DIOS se deslomaron por el bienestar de sus hijos.
¡DIOS siempre regala a sus hijos una nueva oportunidad!
Máximo Luppino
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