La soberana ley de Causa y Efecto impera dulcemente con científico rigor por doquier. El universo político no es ajeno a la ancestral aseveración: “cosecharás tu siembra”.
La Pampa, Neuquén, San Juan, Río Negro, Chubut y ahora Entre Ríos se suma a este electoral proceso cívico de reflejar desaprobación para con los manejos económicos de Cambiemos y colocar esperanzas y anhelos en otro hemisferio político, que se presenta como más humano y sensible para con la población de nuestra Nación.
En la querida provincia de Entre Ríos, el gobernador peronista, Gustavo Bordet, superó ampliamente al candidato de Mauricio Macri, Atilio Benedetti, por casi 25 puntos de diferencia. Bordet obtuvo más del 58% de los sufragios y se encamina a ser reelecto gobernador en las elecciones definitivas.
Muchos buenos candidatos de Cambiemos, como es el caso de Benedetti, ven sus posibilidades de triunfo desmoronadas por el descalabro económico que sufre la población y se encuentran atados a la suerte electoral de Macri.
Ninguna gestión de gobierno es sana sino cuida y contiene a la gran masa poblacional que debe ser protegida de la monstruosa voracidad de un capitalismo sin alma ni compasión. El mercado internacional que “juega” con el hambre de los pueblos, con la falta de atención médica adecuada y con una vejez despreciada por los dementes acumuladores de ganancias manchadas de lágrimas de gente buena que sólo sabe trabajar. El estado debe ser garante de equidad, para que los abusos de los poderosos no sojuzguen a los niños y abuelos de la patria, para garantizar trabajo digno con salarios lógicos al costo de vida. En concreto: un Estado patriótico.
Muchas mesas vacías generan tristezas profundas y una mansa rebeldía que cada día es más palpable en las grandes urbes. Demasiada gente laboriosa que fue despedida y no encuentra trabajo, economías regionales sepultadas por impuestazos y la importación artera e infame que desprecia el sudor argentino.
Un modesto litro de leche se convirtió en un alimento caro, difícil de comprar en las cantidades necesarias para los hijos de las familias humildes. Otros alimentos básicos escapan al deteriorado poder adquisitivo de los empleados y se tornan inalcanzables para la enorme masa de desocupados que busca llevar el pan a su casa con alguna changa que pueda cumplir.
También sabemos que todos tenemos una cuota de responsabilidad por lo que sucede a nuestro rededor. Lo que varía es la magnitud de esa responsabilidad. Debemos desear el bien y pensar en consecuencia, entonces nuestras acciones serán positivas. Pensando bien se actúa correctamente.
Sabemos que nuestra Nación necesita del esfuerzo de todos, más allá del ideal político, religiosos o de cualquier otra índole. Debemos guarecernos bajo el aura límpida y cristalina de la bandera que Manuel Belgrano creó.
La errónea adicción a lo complejo y ensortijado de criterios pseudointelectuales nos apartó de lo simple que siempre es profundo. La acción es superior a la inacción. El BIEN se impone al mal en el tiempo adecuado. Un gobierno recto es el que acrecienta los intereses nacionales, el que salvaguarda a su población y pugna por su realización. No existe para una administración mejor carta de presentación que la de sus obras concretas y la sensibilidad a flor de piel para los que necesitan justicia y trabajo. Ningún laboratorio electoral puede engañar indefinidamente al pueblo. Las artimañas de probeta son detestables. La gente quiere a aquellos que votó y muchas veces, este sentimiento es ofendido por la avaricia de algunos dirigentes.
Entre Ríos fue un eslabón importante más de esta reacción en cadena que exhiben electoralmente las provincias, donde triunfan las gestiones locales o aquellas que dan respuestas a los pedidos populares. Es en verdad un federalismo practico.
Lo que se está gestando va a ser muy bueno. Confiemos una vez más, trabajemos por la unidad de los argentinos. La patria llama a que generemos gestos de sincera generosidad.
¡DIOS nos guíe por el recto camino!
Máximo Luppino
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