Desciende, Jair, desciende. Es tarde y la calesita se encuentra pronta a cerrar. Tú sólo estás prolongando la jornada, mañana volveremos al carrusel y continuarás jugando con tu hermoso blanco Pegaso.
Jair Bolsonaro, el hombre niño, se resiste a dejar sus juegos con aire de delirios bélicos. -Tengo que combatir a los negros, los homosexuales, los comunistas y ahora también a Alberto Fernández. La voz austera de la conciencia más profunda resuena llena de cariño: -Mañana no será necesario luchar contra los semejantes.
El rostro de la conciencia es visitado por pesadas lágrimas de dolor mientras recuerda algunas de las frases más desafortunadas de Jair:
“Sería incapaz de amar a un hijo homosexual, no voy a responder como un hipócrita, ante eso, prefiero que un hijo mío muera en un accidente”
“Tengo cinco hijos, fueron cuatro hombres. Ahí en el quinto me dio una debilidad y vino una mujer”
“No corro el riesgo de que uno de mis hijos se enamore de una mujer negra porque fueron muy bien educados”…
Jair Bolsonaro, presidente del hermano país de Brasil, posee pensamientos que atrasan varios siglos. Encerrado en ideas discriminatorias y retrógradas, observa necias diferencias entre sus semejantes. Parece no valorar la creación y está alejado de los sagrados conceptos de unidad y parentesco de la humana raza planetaria.
El Bolsonaro que llamó a votar por Mauricio Macri se encuentra furioso por el libre albedrío del pueblo argentino que mayoritariamente eligió como primer mandatario a Alberto Fernández.
¿Cómo el pueblo Argentino desoyó los deseos de Jair? Brasil y Argentina poseen una larga historia de fraternidad, colaboración y negocios en común. No permitamos que un delirante empañe la simpatía y paz que nuestros pueblos se profesan mutuamente. Los gobernantes se suceden unos a otros, los pueblos permanecen y continúan su derrotero hacia su bienestar y felicidad. Para muchos esto implica su comunión con DIOS.
Señor presidente del noble pueblo brasilero, comulgue con la realidad, descienda del Pegaso de madera, usted no es Zeus, es un sublime mortal como todos nosotros. Con errores y aciertos transitamos todas las personas el sendero del aprendizaje, sin importar el color de piel, ideologías políticas o particulares creencias.
En las últimas horas, anunció Bolsonaro que no concurrirá a la asunción presidencial de nuestro presidente Alberto Fernández. Como si su ausencia empañara la importancia institucional que este hecho democrático significa para la región. Jair pronto tomará conciencia de que la historia continúa su inexorable marcha. El destino hace caso omiso a los caprichos de los beligerantes.
Jair, montado en su Pegaso de calesita, da vueltas y vueltas por los laberintos de sus obsesiones, sin percibir que no avanza un solo centímetro. Solo da vueltas en el mismo equivocado sitio de ignorancia en el que reside.
Alberto Fernández no guarda rencor alguno hacia Bolsonaro, sólo prefiere una amable conversación con Lula. Alberto trabajará para un mejor entendimiento entre nuestros dos pueblos. Mientras, pareciera que Jair buscará otra batalla tonta que perder.
Máximo Luppino
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