El trasvasaniento generacional del que tanto nos hablara el General Perón es una realidad efectiva en la Jefatura de Gabinete del presidente Alberto Fernández. Lo que estamos viviendo confirma lo que supimos desde siempre, el peronismo es un movimiento social con poderosas bases culturales. El estandarte fundamental del justicialismo es la sabiduría popular con profundas raíces nacionales. Gracias a esto es que un joven peronista como lo es Santiago Cafiero, político de tercera generación de seguidores de la doctrina peronista familiar, lleva en sí los postulados del General a la acción concreta. Así es, Santiago ocupa un lugar de emblemática importancia en el equipo de trabajo del flamante presidente de los argentinos. Llega Cafiero con sus ideales de servicio al prójimo intacto, lleno su corazón de fraternal sentimiento. Desde aquellos tempranos días de su juventud en el servicio al semejante “pateando” las zonas humildes de la mano de los curas villeros como forma de militancia fraternal. Así, en la mente de Santiago floreció la relación de la Doctrina Social de la Iglesia con el peronismo que mamó desde su propia cuna.
Alberto Fernández destaca el espíritu dialoguista de Cafiero, su empatía calificada con sus pares y sobre todo el compromiso militante con los más necesitados de la patria. El presidente Fernández y su Jefe de Gabinete entablan una misma identidad afectiva para con los necesitados de la Nación. La persuasión será en la gestión de Alberto un ejercicio cotidiano, esta gimnasia propia de la alta política lo reflejara Santiago en su Jefatura de Gabinete.
Se aproxima una mirada humanista desde el Estado Nacional donde las personas de “carne y hueso” serán los destinatarios del esfuerzo gubernamental. El “dios mercado” y la pecaminosa profana timba financiera deberá ser ignoradas, para colocar el valor real en la producción nacional de la mano del trabajo honesto.
La impronta frentista del justicialismo construyó el Frente de Todos. Se ganaron las elecciones por el esfuerzo mancomunado. Ahora ésta unidad debe solidificarse para gobernar exitosamente los destinos de la Nación Argentina.
Para el peronismo progresar significa mejorar rotundamente la calidad de vida de la gente, sacar del hambre y la desocupación a millones de compatriotas, creando empleo digno con salarios justos. El círculo virtuoso del esfuerzo colectivo comienza a ser transitado con fe y esperanza.
Cuando vemos al Jefe de Gabinete sentimos la presencia de Don Antonio Cafiero, evocamos su sonrisa cálida y fresca. Aquel Antonio Cafiero que supimos querer como a un miembro destacado de nuestra propia familia. Hoy Santiago encarna los valores peronistas que permitió a los trabajadores vivir sus mejores días de felicidad y respeto. En esta histórica acción permanente del peronismo de volver una y otra vez a gobernar la Nación para el beneficio de la patria y su gente, también le tocó volver a Don Antonio en la vocación de servicio de su propio nieto…
El gabinete de Alberto Fernández está integrado por personas que provienen del universo de la gestión pública, en su mayoría funcionarios probados en la acción política. Personas que vienen a servir y no a servirse. La prueba es la conducta propia del presidente Fernández y de su Jefe de Gabinete.
Para los que sabemos de la trascendencia del alma inmortal, nos alegra por la felicidad que Don Antonio Cafiero debe sentir apreciando a Santiago trabajar para el bien de sus semejantes con el corazón lleno de ideales peronistas que él mismo ayudó a forjar.
La numerosa familia Cafiero conforma en sí misma un semillero de inspiración justicialista, los frutos no caen lejos del árbol que los vio madurar.
Las dificultades de nuestra república son muchas, pero la capacidad de este gabinete nacional es enorme en su vocación de construir lo mejor para Argentina.
¡DIOS ilumine a Alberto Fernández junto a su equipo de trabajo!
Máximo Luppino
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