Desde que las personas comenzaron a pensar se hizo presente el ordenamiento de las ideas. Es decir, conformar un sistema en el que el criterio y la intencionalidad establezcan lo que llamamos ideologías.
Los partidos políticos exhiben una particular doctrina de acción fruto de su ideología, de su filosófico juicio de operación. Este proceder es correcto, más aún, juzgamos apropiada la existencia de diversas ideologías, siempre y cuando no se conviertan en una cárcel del pensamiento libre e inspirador.
La razón de la presencia de las ideologías es poseer un marco de referencia para el pensamiento y la acción concreta, pero de ninguna manera que se conforme en un “todo” que limite el explorar ideas nuevas y que niegue la expansión de la conciencia. Las ideologías florecen para luego de un tiempo prudencial, acorde a la evolución de las personas, sus necesidades intelectuales y espirituales, dar paso a nuevas formas de pensar. O sea, a una nueva y más adecuada ideología para el presente del ser humano.
Hoy presenciamos una crisis singular en Medio Oriente, donde los Estados Unidos de Norte América, a punta de misiles, mantiene un frágil “orden” que es desafiado constantemente por gran parte del Mundo Árabe. En tanto, China y Rusia desean ser protagonistas, y en una gran medida ya lo son, de un mundo que está vertiginosamente mutando hacia un nuevo orden planetario. Otra lamentable situación de crisis política sufre el hermano país de Venezuela, donde Nicolás Maduro atropella derechos propios de una oposición que merece ser escuchada y tenida en cuenta.
Claro está que lo que más nos preocupa es el estado crítico de suma pobreza e inflación que angustia a la población toda. Es en este esquema nacional angustiante donde decimos que debemos trascender los límites ideológicos. El gobierno de Alberto Fernández debe pensar solamente en sacar a la Argentina adelante, sin importar con quien comercie, hable o intercambie intereses mientras el fin económico represente un bienestar para nuestra Nación y el pueblo que la habita.
China, EEUU, Rusia, Europa o el Mundo Árabe no nos deben importar. Es tiempo de salir del pozo con la escalera que más a mano se presente. Luego de superada la crisis y con economía estable y una población sin hambre y progresando, entonces ahí y no antes, abramos el debate ideológico. Ahora sólo importa el progreso Argentino.
Japón y EEUU se asociaron luego de las atrocidades de la segunda guerra mundial. El beneficio fue y es enorme para ambos países. Alemania y Francia renunciaron a continuar enfrentados y a vengar viejas ofensas, también se asociaron y ambas naciones conforman la poderosa Unión Europea (UE).
El mensaje es claro: primero el sano interés de progreso y evolución, la superación de la miseria; luego, si cuadra, vendrán las superadoras ideologías con sus frescas fragancias de bienestar, libertad y justicia.
Que ningún talibán criollo pretenda embarcar a nuestro país en una cruzada suicida o tomar absurdo partido por lejanas rencillas, mientras nuestros hermanos más humildes no tienen qué comer. La primera obligación de los dirigentes es atender a nuestros semejantes dolientes y sumergidos en la criminal pobreza.
¡Primero Argentina!
¡DIOS nos ilumine en este ineludible y primordial propósito!
Máximo Luppino
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