Luego de una semana del cruel e indignante asesinato de George Floyd en mano de policías racistas, Estados Unidos de Norte América se encuentra inmerso en un profundo caos social. Otros países oficiaron como “caja de resonancia” del bárbaro crimen de George. En Inglaterra, y sobre todo Francia, multitudes de personas se manifestaron contra el sectarismo y el flagelo racial.
Hollywood mezclando glamur, arte y propaganda dominadora nos muestra en general un EEUU lleno de ideales y oportunidades individuales. Las personas parecen desarrollarse y ser felices en el marco de una estética perfecta. Arquetipos de un modelo político que exhibe una sola “cara de la moneda”. La realidad nos señala más de 110.000 personas muertas por coronavirus, muchos fallecidos por la falta de asistencia a los más humildes. El “Gran País del Norte” acusa 40 millones de nuevos desocupados. Todo esto en el centro de una sociedad donde latinos, musulmanes y negros son segregados por su origen étnico.
Gran parte de la sociedad mundial responsabiliza directa o indirectamente al presidente Donald Trump. El imprudente primer mandatario desgranó desde siempre frases hirientes y racistas. ¿Será Trump un militante de la horrorosa Supremacía Blanca? Recordemos que hace pocos días Donald sugirió beber y/o inyectarse desinfectante y lavandina. Las consecuencias fueron más de un centenar de personas internadas con severa intoxicación. El descargo presidencial fue: “Era una broma”…
Trump es responsable inequívoco de la violencia demencial que está imperando en Estados Unidos.
Da gusto observar a muchos manifestantes contra el odio racial, que son de variados y múltiples orígenes étnicos. Los pueblos siempre se encuentran persiguiendo el bien y la verdad. El problema reside en los grupos de poder que dominan las naciones manipulando a los gobernantes de turno.
La gente en EEUU pide igualdad y justicia. Las multitudes rodean la mismísima Casa Blanca, obligando a Trump a refugiarse en el Bunker nuclear presidencial.
Es difícil explicar cómo luego de elegir a un gran presidente como Barack Obama, desembarca como primer mandatario el “Atila” del mal gusto y de la política. Para D. Trump gobernar es confrontar y descalificar. Alimenta siempre el fuego de la discordia. Parece Donald no conocer el dicho popular que dice: “Siembra vientos y recogerás tempestades”.
Los pueblos del mundo suelen ser por demás pacientes. Hasta que llega el día en que se hace presente la “gota que rebalsa el vaso”. Entonces la gente suele decir ¡Basta!...
Más que llamativo es observar lo modestamente tratado del perverso asesinato de George Floyd por algunos medios masivos de difusión nacional. Los mismos que son implacables críticos si a Alberto Fernández se le corre un centímetro su barbijo. Sí, ya sabemos, son modalidades de cipayos vocacionales. A EEUU no se lo critica, es su patria de ensueños.
Claro que existen activistas a los que nada les importa el pedido de justicia de las multitudes. Sólo aparecen para sembrar caos y violencia.
Todos tenemos responsabilidad por los pensamientos que emanamos, máxime aún los gobernantes que son quienes suman la mayor responsabilidad reinante en sus comunidades.
DIOS ilumine el corazón de la gente para que el bien pueda reinar en el infinito hemisferio de la insondable belleza de la VERDAD SUPREMA.
Máximo Luppino
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