REPUBLICANOS CON VOCACIÓN MONÁRQUICA

lunes, 20 de julio de 2020


La calesita de la política está destinada a girar en perpetuidad, sin jamás detenerse. Vuelta tras vuelta parece que nos encontramos siempre ante una nueva partida, que termina dejándonos con renovadas esperanzas en un “reiterado” gastado comienzo. 

Será quizás la perpetuidad en los cargos políticos una desviación ambiciosa de la inmortalidad del alma. Una genuina verdad espiritual distorsionada y aquerenciada en un protagonismo que nos empuja a “ser” “permanentes” en la función pública.  
En realidad, nos definimos como republicanos e individuos demócratas cuando actuamos como “monarcas absolutistas” cuando en verdad de cargos se trata. 
Los actuales análisis muestran cómo nuestros políticos buscan permanecer. En Cambiemos los candidatos para la próxima elección intermedia serian María Eugenia Vidal por la inmensa provincia de Buenos Aires y el rey sin corona ni cortesanos de Mauricio Macri encabezaría la oferta legislativa en la Ciudad Autónoma. Un tanto cuesta que afloren nuevos dirigentes y otro poco los “leones viejos” jamás entregan gratuitamente su territorio sin antes ofrecer una cruda y maravillosa pelea. 
El tan mentado Orden Natural nos marca que los lugares se ganan luego de extenuantes batallas y largas penurias de tenaz insistencia. Así que, jóvenes, no esperen que los llamen a ser parte. Los jóvenes deben batallar para llegar e imponerse por imperio de sus propias capacidades e inteligencia. 
En cuanto al peronismo, la permanencia en el poder es casi una cuestión de principios profundos. No aflojamos ni “abajo del agua”. El ADN justicialista está constituido por vocación de poder, más protagonismo absoluto con una dosis de servicio al prójimo. El desafío es aminorar el protagonismo del EGO y acrecentar la solidaridad patriótica en todo nuestro accionar concreto. 
La pandemia que el mundo padece nos obligó a estar unidos como pocas veces logramos estarlo. Los gobernadores junto al presidente Alberto Fernández salvaron miles de vidas de habitantes de nuestra amada patria. 
La evolución continúa su derrotero de expansión y libertad. Así es que la bondad ganará atención y compromiso en la conciencia de la humanidad, políticos inclusive.   
Pensar en las elecciones legislativas del año próximo es un verdadero despropósito en medio de estas coordenadas de infección y muerte que afecta al planeta. La pandemia no sólo no fue vencida sino que amenaza al globo con un virulento rebrote más cruel aún del que padecemos. 
Los niveles de críticas malsanas llegan al oscuro punto de enjuiciar los cuidados que el Estado aplica para salvar vidas argentinas. Se pretende una economía floreciente en un mundo arrasado por la peste. 
Primero son las personas, luego todo lo correcto es posible implementar. Sin vida y con enfermedad extrema todo parece estéril e impropio. 
La responsabilidad de evitar contagios recae en la responsabilidad individual, en nuestra conducta de cuidados y austera disciplina. Pensemos en padres, abuelos, y sobre todo en nuestros niños. Construyamos un mundo mejor. 
Es correcto recordar que si nuestra conducta se torna altruista todo va a mejorar, hasta las enfermedades menguarán su daño a los pueblos. 
Ser republicano es actuar como un individuo que concibe el bien general antes que el propio. 
Pluralidad en la capacidad de concebir ideas integradoras, “es con todos”, esta es la señal que los tiempos nos manda a seguir. 

           Máximo Luppino 

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