DESTRUIR SILOBOLSAS, MALDAD Y BARBARIE

lunes, 10 de agosto de 2020


Ni idealistas, ni militantes sociales, menos aún representantes del pueblo, los que rompen silobolsas son delincuentes de la peor laya. Corromper alimento ante una gran parte de nuestra sociedad hambrienta, es en verdad un despropósito perverso propio de mentes oscuras. 


La destrucción y el daño resulta siempre una expresión de crueldad y suma ignorante necedad. Un genuino devoto de la justicia social construye oportunidades, transforma voluntades para edificar oportunidades de progreso para los que menos tienen. Jamás se detiene en las cavernas lúgubres del odio y el daño.  

Desde una cobarde terrorista bomba hasta un aparente inofensivo insulto descalificador lanzado a opositores son ejercicios deleznables para hombres y mujeres que tienen su compromiso con el bien para con sus semejantes. La violencia en cualquiera de sus expresiones sólo genera más violencia y muerte. 

El campo produce alimentos que son fruto del trabajo fecundo, granos que la madre tierra regala generosamente a los pueblos. Claro que sabemos que hay especuladores y latifundistas que sólo piensan en lucrar, pero la destrucción de alimentos sólo empeora el panorama social y eleva la escalada de enfrentamientos populares que fomentan los cultores de la apátrida grieta política.

Los labriegos son buena gente, igual que los obreros de la construcción o los operarios de las fábricas. Los sin corazón “trabajan” para enfrentar pobres con desposeídos, laburantes con changarines. En verdad los arquitectos del odio buscan dividir para gobernar desde sus lujosas guaridas de mentira y falsedad.  

Cuidemos los frutos de la tierra. Que nadie piense que se “hace patria” destruyendo. Sólo la política superior de los grandes estadistas encarrilará la distorsión de principios que se trata de justificar. 

Cada grano de alimento desperdiciado redunda en más hambre para la gente. Mayor producción de alimentos significa mayor accesibilidad para los humildes del pan de cada día. 

Dolor causa ver granos desperdiciados sobre los campos, al igual que el uso político, de todos los lados, que se pretende hacer de estos hechos vandálicos. 

Fábricas produciendo y los campos sembrados con granos cuidados por todos, esa es la fórmula del bienestar para la gente y la grandeza de nuestra amada Argentina. 


                 Máximo Luppino


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