Los seres humanos reflejamos las omnipotentes cualidades de DIOS en nuestra vida. Lo evidenciamos en la medida de nuestras capacidades y nivel evolutivo espiritual. Somos canales de la virtud del todopoderoso.
El amor de madre se encuentra entre los más dilectos sentimientos de cariño y ternura, de abnegación y sacrificio dirigido incansablemente en favor de los hijos.
En el océano de sentimientos guardados en nuestro corazón aflora majestuoso y distintivo el amor de mamá. Entrega absoluta y desinteresada para la felicidad de sus hijos. Protagonista de miles de inmolaciones con tal de arrancar sonrisas de dicha a sus retoños.
Cuando una madre cuida a su hijo, DIOS sonríe con infinita complacencia y su legión de ángeles festeja la gracia de dar AMOR.
Las cadenas tiranas del egoísmo quedan deshechas a la sola caricia de mamá, fuerza de protección incomparable, cuna de ideales sublimes en la construcción de una humanidad feliz y realizada en la bondad.
¡Feliz día, mamá! Gracias por todos los días de cariño y contención, gracias por mostrarnos el camino dichoso del compartir.
Mamá, siempre en el corazón. Su sonrisa es eterna y su presencia infinita. Por más grandes que nos volvamos, ante tu mirada siempre seremos aquel niño pequeño que sólo es feliz cuando recibe tu gentil aprobación.
¡Gracias, mamá, por tanto AMOR!
Máximo Luppino
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