Ordenando realidades apreciamos que Donald Trump se retira de la Casa Blanca con más de 70 millones de sufragios en su bolsillo. La popularidad del expresidente de EEUU es incuestionable más allá de todo juicio de valor que se pueda lanzar sobre el polémico extrovertido magnate.
Recordamos que buena parte de la ciudadanía norteamericana recuperó empleo y participó de una ortodoxa efectiva recuperación económica gracias a medidas implementadas por Trump. Casi todos los analistas políticos piensan que de no haber existido la brutal epidemia del COVID-19 que paralizó las finanzas mundiales, Estados Unidos hubiera continuado su crecimiento económico y otro seguramente podría haber sido el resultado electoral de la superpotencia planetaria. Queremos decir concretamente que de no ser por el Coronavirus imperante en estos momentos, Donald Trump se encontraría piloteando su segundo mandato electoral.
Claro está que la realidad marcó otros rumbos históricos. Hoy, Joe Biden maneja los destinos de EEUU y de buena parte del mundo también. La mesura política será un distintivo característico del flamante presidente. Sus primeras medidas administrativas produjeron sumo agrado en las naciones del mundo que anhelan un EEUU con sentido común proclive al diálogo constructivo alejado de frases altisonantes que dificultaban el juego diplomático en la era Trump.
Las primeras medidas de Joe Biden infundieron esperanza y tranquilidad. Un aire fresco intelectual tranquilizo las tempestuosas aguas de conflicto que Trump supo desde siempre fomentar.
Entre las diecisiete decisiones más relevantes de Biden se encentra el regreso al Acuerdo de París contra el cambio climático, un auténtico paso fundamental para cuidar el planeta. El presidente determinó el regreso de los EEUU a la Organización Mundial de la Salud. Biden ordenó dejar de lado la construcción del polémico e irritante muro de separación con México, además de decretar la obligatoriedad de usar barbijos en los edificios públicos. Pensamos que estos primeros pasos políticos de la nueva administración marcan a las claras una rotunda diferenciación con la política de “choque” de Donald.
La grieta de los EEUU es histórica. Simplemente Trump la revivió y la alimentó descomunalmente. El hecho que Donald Trump no asista a la toma de posesión de mando del presidente electo rompe una rígida tradición de 150 años de liturgia democrática, una señal tan dura como errónea que fomenta un clima social inestable. El último equívoco de su mandato.
El equilibrio político es hijo de la sabia mesura espiritual. Se construye en armonía con silenciosa positividad, es el sendero que Joe Biden parece implementar con determinación demócrata.
También es correcto recordar que Donald Trump de encuentra vivo políticamente hablando. Sus futuras actitudes serán vigiladas con una mirada fina por parte de las nuevas autoridades gubernamentales.
Juzgamos adecuada y sincera la exhortación a la unidad nacional realizada por Joe Biden, quien inaugura un tiempo predecible para una Nación que es atentamente observada por el mundo todo.
El presidente número 46 de EEUU debe trabajar para la unidad de demócratas y republicanos sin defraudar a la masa de propios adherentes.
¿Podrá Biden llevar adelante tan engorroso desafío? ¡Por el bien de todos hacemos votos para que Biden concrete estos nobles propósitos!...
Máximo Luppino
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