Los Mapuches residentes en la Patagonia Argentina son personas pacíficas y trabajadoras con ansias de progresar y mantener el legado cultural de sus antepasados. En nuestro sur apreciamos con beneplácito que estos descendientes de pueblos originarios poseen concesiones de administración de cámpines municipales, administran con prudencia y mesura proveedurías produciendo dulces, confituras, ropas y souvenirs propios de su cultura y nuestra tierra.
Los descendientes de Mapuches establecen lealtad a nuestros símbolos patrios y son una etnia más dentro del concierto cosmopolita de nuestra Argentina diversa que alberga en su seno un verdadero crisol de razas.
El proceder de Jones Huala se emparenta más a la acción de un criminal que al de un líder mapuche. La violencia resentida y delictiva nada tiene que ver con la idiosincrasia pacífica y constructiva de los Mapuches.
Sabemos que los pueblos originarios necesitan más ayuda e integración en nuestra Nación y creemos que este proceso de incorporación productiva y justa está en marcha.
La Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) es una organización delictiva. Esto no implica estar de acuerdo con el millón de hectáreas que la empresa italiana de Luciano Benetton adquirió. Él es dueño de una parte de nuestra Patagonia de dudosa adquisición y autor de posibles delitos contra la soberanía territorial Argentina.
Una sola bandera en nuestra patria con leyes claras para descendientes de pueblos originarios como para europeos que con un puñado de monedas desean “comprar” la autonomía propia de nuestra Nación.
Cada vez que Jones Huala habla incurre en apología del delito, como base inequívoca de muchas más violaciones a las reglas de convivencia comunal que nuestra patria merece. Huala sienta un nefasto precedente de violencia y criminalidad manifiesta.
¿Quiénes están detrás de este “líder” inventado por extranjeras pretensiones usurpadoras sobre nuestra Patagonia Argentina?
La realidad de Bariloche, Esquel, El Bolsón y demás pueblos es que la comunidad Mapuche trabaja en armonía con las fuerzas vivas de nuestra Nación. No hay conflictos, más bien cooperación natural y moderada entre todos.
Jones Huala irrumpe con un discurso lleno de odio y maldad entre pueblos que aman el progreso y el desarrollo de mano del trabajo fecundo. Detrás de algunos reclamos territoriales de Jones, en verdad reina un monstruoso negocio inmobiliario que trasciende por lejos la raquítica imaginación de Huala. De manera similar a los delictivos incendios criminales de bosques y campos que diezman el equilibrio del ecosistema nativo.
El fuego homicida arrasa con la naturaleza, animales incinerados, propiedades hechas cenizas, sueños estrujados entre las lenguas de fuego infernal. Fuego en la Patagonia es una mancha de alquitrán en el cristalino y bello cielo de nuestro indómito sur.
Los latifundistas terratenientes deben una explicación genuina a nuestra Nación y a los pobladores de nuestra patria. Al igual que Jones Huala, deben respetar la ley Argentina.
“¡Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada!”
Argentina abrió las puertas de su continente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, pero no a los criminales, ni abusadores de la bondad nacional. Debe haber un límite a la posesión de tierras por particulares. Legislar a propósito se torna una necesidad imperiosa. Máxime cuando las empresas o personas físicas son extranjeras. No hablamos de leyes que no sean las que ya implementaron casi todos los países del mundo. Muchos de ellos de extremo capitalismo como sistema de gobierno.
La “otra mejilla” de nuestra Argentina está llena de golpes. Es hora de colocar orden en una sociedad que se acrecienta velozmente y que clama por justicia. La propiedad privada es un pilar de la democracia, como la libertad de expresión y el libre albedrío de los individuos.
Jones Huala, un activista con discurso nativo, un capitalista con vincha Mapuche, un delincuente con discurso revolucionario.
Máximo Luppino
Tweet |
0 comentarios:
Publicar un comentario