ATRAPADOS EN MEZQUINAS ESPECULACIONES

sábado, 7 de mayo de 2022

Mientras unos pocos especuladores nadan en mares de abundancias, muchos trabajadores angustiados no llegan a cubrir sus necesidades básicas alimenticias. El pobre vive precariamente acorralado por carecer de lo que merece, mientras los especuladores ladrones del sudor ajeno despilfarran lo que les sobra. Además de profesar artero desprecio por la masa de empleados que sostienen el complejo andamiaje de la sociedad. 



Existe la descomunal e insoportable inflación en nuestro país por la monstruosa avaricia de apátridas destructores de sueños buenos y por un gobierno que parece impotente y temeroso ante los cachetazos de los poderosos. 

Nuestros dirigentes por acción u omisión son responsables indiscutidos de esta dantesca situación de profundo malestar poblacional que padecemos. Una agrupación política jamás puede ser más importante que el colectivo integral frentista. 

Parece que hay tiempo interminable para peleas y disputas internas y se carece de momentos de positiva energía para asistir a los humildes de la patria. ¿Qué parte del “no se aguanta más” no entienden con respecto a la inflación imperante? ¿Qué aguardan? La ley de la inercia continuará implacablemente con su derrotero inflacionario hasta conducirnos a situaciones no deseada por ningún ciudadano de buena fe.

Debemos tener presente que todo, absolutamente todo, se puede volver a encarrilar y reedificar el sublime edificio del bien común. La unidad está garantizada en las bases populares. Deben ser los dirigentes que deben colocarse a la altura del “ciudadano de a pie”. 

Alberto y Cristina parecen representar escenas novelescas de despecho propio de “Los pimpinelas”, muy distante a las responsabilidades de gobierno que deben tener. La abundancia da tiempo al delirio, la pobreza observa con lágrimas de dolor las ollas vacías.     

¿Cuántas comidas diarias pueden disfrutar los funcionarios del ministerio de economía? ¿Sabrán el dolor que significa dar a sus hijos una “cena” de mate cocido con pan duro?...

Recordemos las consignas geniales del General Perón y la entrega sin límites de EVA a los humildes de la Nación. En estos gigantescos ejemplos de los padres del peronismo toda disputa parcial parece tonta e irrelevante. Primero está la gente. 

Existe una gran diferencia entre estrategia y especulación. En la acción política la estrategia es aceptada, mientras que la especulación posee un aroma de “cuanto peor mejor”, lo cual es en verdad un concepto aberrante y hasta delictivo en algún aspecto. 

Para grandes problemas magnas soluciones con creatividad y una enorme dosis de valentía. Observamos en las barriadas profundas que la gente continúa profesando confianza en Alberto y Cristina, pero esperan mucho más de este gobierno al cual lo sienten como propio. 

El individualismo es el padre de todos los yerros y despropósitos en la vida política. Sentir nuestra propia existencia en el corazón del prójimo redunda en un profundo altruismo y es propio de la expansión de la conciencia. Es más que una empatía colectiva, es una experiencia de la consciencia espiritual basada en el servicio desinteresado a la creación de DIOS. 

Sin ideales no hay política fraternal, sin sentimientos de hermandad no se pueden producir las transformaciones humanistas que el capitalismo rancio debe tener. La solución es con “todos unidos”, al menos todos los que deseen entregar sus energías en enaltecer la belleza de la vida sobre la ignorante mezquindad de las inteligencias obtusas. 

Sin servicio desinteresado al semejante, la política se transforma en un campo de batalla sangriento. 

Respetemos las instituciones de la República y a los hombres y mujeres que honran estos cargos. La envestidura presidencial debe ser profundamente respetada por todos. Mucho más por aquellos que forman parte del mismo hemisferio ideológico o que son parte del mismo gobierno. 

El veredicto de las urnas debe ser respetado con sagrada dedicación ciudadana. El sistema es perfecto, las imperfecciones provienen de las ambiciones desmedidas de los individuos.  

Es posible llevar a buen puerto el barco de la Nación con honestidad y coraje, sin especulaciones ni egoísmo. El futuro no espera, el hambre tampoco…

                    Máximo Luppino 


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