Los conspiradores utilizan a los mediocres que prefieren oprimir un gatillo antes que pensar. Mano de obra tan tonta como dañina a la vez.
Destruir es “fácil”. El desafío es construir. Una pared se derriba en minutos, la misma que llevó días y mucho esfuerzo edificar.
Cuando el bien pretende ser eclipsado por la oscuridad del rencor, se comienza a transitar el deterioro de los valores ético y con ello aparece lo más triste del ser humano.
Si se atenta contra la vida de un funcionario se quebranta la democracia con todas sus instituciones. Sólo la crueldad, hija del odio, puede avalar un crimen hacia un semejante, máxime aún cuando se trata de un representante del pueblo.
Sabag Montiel atentó criminalmente contra la vicepresidenta de la Nación Argentina. Fue un primero de setiembre lamentable y sombrío cuando ciertas fundamentales normas de convivencia se alteraron. El disparo homicida no se concretó por afortunada impericia del terrorista o indescifrables causas místicas guardadas en la fe de un pueblo pacífico y creyente. Los mismos que aprehendieron al cobarde agresor sin reaccionar violentamente. Lo capturaron en ciudadano arresto con el uso mínimo de la fuerza indispensable para que no se dé a la fuga el delincuente.
Una vez más, el pueblo peronista mostró templanza y sensibilidad suprema no reconocida por los odiadores sistemáticos de la República. La doctrina del General Perón, popular, humanista y cristiana se aplicó de forma concreta y rotunda en un hecho por demás delicado y extremo como fue el de atentar contra Cristina Fernández, la máxima figura actual del movimiento peronista.
Montiel no actuó solo. Su pareja, Brenda Uliarte, fue cómplice activa en hechos de inteligencia previa al atentado. Estudiaron el terreno, acudieron a movilizaciones de simpatizantes de Cristina haciéndose pasar por militantes con la finalidad de buscar oportunidades para concretar su intento de magnicidio.
Lejos de actuar en soledad, tanto Montiel como Uliarte estaban vinculados a un grupo de activistas de la violencia más irracional de estos tiempos. Estuvieron presentes en “la marcha de las antorchas” contra el gobierno Nacional que finalizó cuando los manifestantes arrojaron antorchas prendidas contra la Casa Rosada. En ese momento, la libre manifestación de ideas se transformó en un atentado contra el Orden Democrático del país. Esta realidad está siendo evaluada por la justicia que atiende profundamente la agresión contra Cristina, que además encierra amenazas de muerte contra Alberto Fernández y demás funcionarios de alto nivel.
José Derman fue detenido por apología del delito e incitación a la violencia toda vez que grabó un mensaje en redes sociales calificando de “héroe” al autor del intento de homicidio de Cristina.
No es casualidad. Parecen ser todas parte de una organización delictiva que busca el enfrentamiento armado entre argentinos.
Sugestivos tatuajes propios del nazismo y símbolos de la nigromancia encienden todas las luces de alerta social.
Una organización un tanto desquiciada que combina simpatías ideológicas con libertarios y nazis sumando algunos dirigentes del Pro como a Patricia Bullrich y demás. Estos son los títeres de un “juego” muy peligroso. Hay que dar con los titiriteros detrás del manto negro de la puesta en escena de estos acontecimientos aberrantes.
El jueves 8 del presente, el Senado de la Nación sesionó en repudio al atentado contra Cristina sin Juntos por el Cambio que no se hizo presente.
¿Qué tiene que pasar para que las huestes de Macri y Larreta acompañen el cuidado de las instituciones de la República?
¿Quizás algunos dirigentes nacionales hubieran preferido que Sabag Montiel logre su funesto objetivo criminal?
¡Hay dudas que carcomen el alma!
La ley de atracción impera. Lo similar se atrae y asocia. Lo distinto se repele y diferencia.
Gran parte de la cristiandad se dará cita el día 10 septiembre para celebrar la Santa Misa en Luján. Se pedirá por la paz entre los argentinos y se condenarán los hechos de violencia. Más que un acontecimiento eclesial deseamos un hecho trascendente que inunde nuestros corazones de bondad y compasión. En el Dios padre de toda la humanidad existimos por su gracia y poder. El plan del todopoderoso es convivencia armónica entre sus hijos, evolucionando en armonía.
Máximo Luppino
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