La superstición es una ilusión infundada, una creencia creada por nosotros mismos para refugiar nuestra falta de capacidad para descubrir la lógica explicación que fundamentan los sucesos que acontecen.
La superstición es un “bastón” de cartón en nuestra cotidianidad y es nuestra propia energía la que puede llegar a orientar el resultado de nuestras acciones.
Algo muy distinto son los milagros, que poseen un origen divino y en los cuales creemos fervientemente. Hecha esta aclaración continuaremos con nuestro escrito. Es decir, la “suerte”, buena o mala según nuestro relativo parecer o conveniencia no existe como tal. Todo lo existente posee una razón de ser, existir y proceder. La ley de Causa y Efecto impera rotundamente con matemática precisión.
Claro está que todas estas verdades son difíciles de llevarlas a flor de piel en la diaria fricción de hechos que nos alegran algunos y nos hieren otros. Lo concreto es que Argentina perdió su primer partido con Arabia Saudita en el mundial de fútbol de Qatar. En este deportivo encuentro se encontraba presente Mauricio Macri. Los que no simpatizan con el expresidente lo tildaron de “mufa”. Hasta aquí pocos daban crédito a tan doméstica explicación de nuestra fallida participación futbolística. Ahora, cuando Japón vence a Alemania en el mentado mundial y Mauricio había disparado verbalmente la sentencia de que: “Alemania era la raza superior”, ya más de un racionalista comenzó a creer en la presencia de la jettatura portada por Macri.
A punto tal cobró forma la “fama” de mufa del ex primer mandatario, que se juntaron firmas para que el mismo no asista al próximo encuentro de la selección nacional con el buen equipo de México. Cuando esta nota sea publicada sabremos el resultado de este encuentro deportivo. Por ahora, sólo fervorosa y nerviosa espera.
Claro que nosotros no creemos que Mauricio encarne al célebre Jettatore. Más aún, en su gobierno tomó medidas profundamente deliberadas para beneficiar a las poderosas multinacionales y ahogar la economía nacional. El “acuerdo” con el FMI fue un endeudamiento adrede para someter el crecimiento de la Nación.
Macri siempre se encuentra cómodo con los poderosos. Basta verlo “chichonear” simpáticamente con las más altas autoridades del régimen de Qatar, un gobierno autoritario y despótico donde se contabilizan 6.500 obreros fallecidos en la construcción de estadios y estructuras para el presente mundial de fútbol. Donde reina la corrupción Macri se encuentra a gusto, como en los “abrojos”.
Un Macri que se comprometió al “hambre 0” y a retirar el impuesto a las ganancias entre otras promesas escritas en las aguas cambiantes de las promesas electorales.
Mucho peor que “mufa”, Mauricio es un hacedor de desgracias para los trabajadores y humildes. Parece Macri sólo estar a gusto con los dueños de fortunas incalculables como lo son los jeques árabes que no benefician al pueblo, sólo administran privilegios sobre los ya obtenidos de la clase millonaria.
Qatar posee 300.000 ciudadanos y 3.500.000 extranjeros que trabajan sirviendo a la clase dominante. Una ecuación numérica que indigna por sí sola. En la cruda y criticable desproporción de sometedores y sometidos de Qatar transcurre un mundial de fútbol bañado de sangre inocente, carente de las libertades básicas de digna humanidad. Un reino poco criticado por famosos periodistas, ya que el dinero parece haber comprado voluntades de personas con escasa moral. Sin mencionar lo más atroz de todo que es el avasallamiento inadmisible para con los derechos de la mujer. Hoy no podemos sueltos de cuerpo sólo afirmar que es “su cultura”. Una cosa son las pautas culturales y religiosas y otra muy distinta es el sometimiento violento de las mujeres gestadoras de vida en la tierra. Qatar será recordado como el mundial que no debió ser, más allá de los resultados deportivos. En su afán de poder los gobernantes de Qatar lograron visualizar sus miserias espirituales escondidas detrás de montañas de oro profano saturadas de dolor popular.
Mauricio mufa, no. Macri creador de dolor y hambre para nuestra República sí.
Máximo Luppino
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