Jujuy, una hermosa provincia sacudida por la violencia más cruel y despiadada. ¿Qué muestra una constitución votada en un feriado nacional en su madrugada y de espalda al pueblo? Gerardo Morales presenta a Jujuy como un modelo a seguir con un sueldo docente de $32000 de básico, empleados de la salud muy mal pagos, donde reinan el garrote y los gases lacrimógenos para las protestas.
No compartimos el “orden” de los sojuzgados, ni la paz de los cementerios. Los dueños de las riquezas siempre proponen inclinar la cabeza ante la presencia de los poderosos.
Nada perdurable en el tiempo nace sobre la base de garrotazos y balazos. Sólo el consenso, fruto del diálogo fecundo, sienta cimientos de una auténtica república federal. La clase política se encuentra ante un gran desafío que es encontrar 5 o 6 objetivos nacionales patrióticos que despierten el interés general de toda la población del país y sean apoyados por todos los partidos políticos con representación parlamentaria.
Volviendo a la convulsionada Jujuy, es llamativo apreciar cómo un mismo suceso despierta el apoyo de un sector de la población y genera indignación extrema en otro fragmento popular. En sencillas palabras, un proceder determinado como la represión policial es aplaudida por algunos y repudiada por otros.
Gerardo Morales, con su accionar de represión despiadada, se exhibió como digno miembro de Juntos por el Cambio. A un escalón para ser candidato a vicepresidente de Larreta. Pero no sólo pretende este objetivo político. Muchos analistas de la realidad de Jujuy creen que la real intención es apoderarse del litio que se encuentra bajo el suelo jujeño.
Es verdad que la población en general sufre un hartazgo de los cortes de calles sistemáticos y constantes. En Buenos Aires son por lo menos 2 cortes semanales. En los noticieros matinales nos dan el pronóstico del tiempo, los servicios de transporte y las avenidas que sufrirán piquetes. Nos acostumbramos a lo impropio. Esto sucede a la vez que la delincuencia crece y azota a la población pacífica de la Nación. Esta realidad motiva la peligrosa doctrina de la “mano dura”. Hay quienes piensan sinceramente en este accionar, pero también esconde a un fragmento de autoritarios y violentos que buscan un pretexto para dañar y lastimar. Claro está que el delito debe ser combatido y los malhechores encarcelados con firmeza y justicia.
La compasión y el espíritu de servicio al semejante, fruto de una profunda empatía, deben ser requisitos fundamentales de un buen político. En definitiva, las riquezas de una Nación pertenecen a su gente, a su pueblo, a toda la comunidad del país. Los gobernantes deben administrar responsablemente estos bienes.
La población jujeña se encuentra entre las más pacíficas de la república, portadora de un profundo bagaje cultural, con raíces ancestrales. Hay que aprender de su templanza y accionar.
Desde siempre sostenemos que los docentes deben ser bien pagos y sumamente respetados. A ellos les confiamos la educación de nuestros hijos.
Al gobernador Gerardo Morales le pedimos humildemente que recapacite en su proceder y que busque el beneficio del pueblo jujeño, que reconsidere la vigencia de una Carta Magna provincial nacida a hurtadillas, bajo las sombras escabrosas de los estafadores.
Que no se propine represión por el litio. Nada material nos llevamos de esta tierra. Sí podemos atesorar en nuestra alma el amor y el respeto de nuestro pueblo.
Máximo Luppino
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